Vuelven los programas dobles. Sin palomitas. A la ópera. Con dos del género chico. De un acto cada uno, nada que objetar y sí mucho que agradecer. Una oportunidad para disfrutar y padecer (ambas cosas) dos obras que ponen humor y desolación, que son 'Il segreto di Susanna', de Ermanno Wolf-Ferrari, y 'La voix humaine', de Francis Poulenc. El lugar para este contraste de experiencias, el Teatro Municipal Miguel de Cervantes. Las fechas, el 11 y el 13 de marzo. La orquesta, la Filarmónica de Málaga. Dirigida por Lorenzo Ramos, y con dirección escénica de José Luis Castro. Los intérpretes para el total de las dos óperas son cuatro, de los que sólo cantan tres. ¿Alguien da más y a la vez menos? Difícil es. Arriesgado. Necesario.
Para comenzar, comedia. En un único acto (intermedio cómico la llamó su autor, más que ópera con todos los derechos), 'Il segreto di Susana' se estrenó en alemán en 1909, con libreto de Enrico Golisciani, que más tarde se encargaría de la mucho más conocida versión definitiva en italiano. Sus tres personajes son Susana, una contumaz fumadora; su marido, el conde Gil, enamorado y celoso, y Sante, el criado de ambos, que es, además, un personaje mudo. Dentro del género bufo, esta operita tiene como moraleja, como idea subyacente más allá de lo jocoso, la defensa de los derechos de la mujer. A grandes pinceladas, lo que narra esta escena única son los desvelos de Susana, su ansiedad por guardar su terrible secreto: fuma. Algo que su recién casado marido detesta, asqueado con el mero olor del tabaco. Incapaz de controlar su adicción, hace que el mudo criado, también fumador clandestino, le guarde los cigarrillos. Y con ellos, el secreto. Amoscado porque Susana apenas disimula la ansiedad para que él se marche a su club y poder salir al estanco, el conde, de celos muy cómicos, finalmente descubrirá la escena del crimen tras una excesiva disputa con su esposa. Comprensivo de la debilidad humana, esta comedia ligera se culmina con el acostumbrado perdón. Y un pitillo compartido. El momento orquestal que acompaña a Susana en sus primeras caladas, junto a la bronca y la reconciliación, son los instantes más notables de esta operita (llamarla opereta no es apropiado ni cariñoso). Los intérpretes son aquí Isabel Rey (Susanna), Javier Franco (Gil) y Nigel Leach (Sante). De Wolf-Ferrari, de sangre a la vez italiana y alemana, destaquemos su capacidad para asimilar y revisar la tradición, siendo lo más notorio Mozart y Wagner por la parte germánica, y la Commedia dell'Arte de Goldoni y la obra final de Verdi por la rama italiana.
'La voix humaine', de Poulenc, con la soprano Michelle Caniccioni como voz única (y aquí voz es la voz), es una tragedia lírica en un acto, con libreto de Jean Cocteau (que había firmado previamente su versión teatral con la que las diferencias son leves) y que lo que muestra es la mitad de un diálogo. La mitad que podemos compartir cuando estamos delante de una persona que está inmóvil en una cama, y que cuando suena el teléfono (su timbre suena ahora en forma de xilófono) habla con quien ha sido su amante durante cinco años que le cuenta que tras abandonarla está preparando su boda con otra mujer y que esa vez que le escucha será la última. El adiós es al comienzo acogido con indiferencia, pero el repaso telefónico de los días felices va cediendo, entre interferencias y cortes (la tecnología de los años treinta y cuarenta, con el uso de una centralita y la longitud de la charla impuso esta anomalía), recriminaciones y sollozos a la desesperación para caer nuevamente exangüe, en pavorosa simetría, sobre el lecho que, ahora sí, es el del dolor. Un musitado «te quiero» será lo último que se oye antes del silencio, la quietud y el telón.
La desnudez emocional a la que se ve expuesto el personaje, que obliga a que la cantante deba tener una gran capacidad como actriz, explica que 'La voz humana' se llevara al cine en 1948 y 1966 con las voces, los rostros, los gestos (todos los gestos del abandono) de Anna Magnani e Ingrid Bergman.
Publicado en diario Sur, 5 de marzo de 2011
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