Sin duda, en el recuerdo y en la relectura, uno de los mejores episodios galdosianos. En el que se concentran dos importantes sucesos de 1808: el motín de Aranjuez contra Godoy y el levantamiento popular contra Napoleón. En los que asistimos a la furia del pueblo español, primero como populacho movido por la rancia aristocracia en su intento, ahora exitoso, de eliminar a Godoy, y después como pueblo que simplemente quiere recuperar su dignidad tan puesta a prueba durante siglos. Mucha furia, mucha sangre, mucho desorden. En Aranjuez, hay momentos en que se aprecia que ese levantamiento orquestado está a punto de quedar fuera de control, hasta el punto de estar al borde de convertirse en revolución. Con todo, queda una incómoda sensación, y es aquella de que el pueblo español, con sus devociones y sus odios instantáneos, siempre será barro en las manos de un alfarero malvado. Aquellos que el 19 de marzo asaltan el palacio de Godoy vivando a Fernando VII (la abdicación de Carlos IV será instantánea) son los mismos que cinco días después atestan las calles para aclamar al nuevo rey, en escenas que Galdós describe empapadas de un entusiasmo popular legítimo, y será el mismo pueblo que se echará a las calles a matar franceses y será víctima de los fusilamientos. Tras la expulsión definitiva de los invasores y la aprobación de la Constitución de 1812, esos mismos españoles, en su mayoría, gritarán ¡Vivan las caenas! o secundarán la causa carlista en sucesivas guerras carlistas. Se pone en marcha, ese 19 de marzo, un proceso histórico que aún no ha cesado.
lunes, 31 de diciembre de 2018
domingo, 30 de diciembre de 2018
Lecturas: La corte de Carlos IV. Episodios Nacionales, 2 (Benito Pérez Galdós)
Al fin entra Galdós en harina, tras el prólogo de Trafalgar. Aquí lo que sobra es la trama sentimental de Gabriel en pos de una chiquilla, Inés, a la que sigue por Aranjuez primero y que le llevará a ser testigo lejano de la conjura del Escorial, a través de la que el príncipe Fernando intentará deshacerse a la vez de Godoy y de Carlos IV, y que al mismo tiempo le llevará a él mismo contra las cuerdas. Aquí tenemos el país ridículo que se disputan el gran arribista de Godoy, el felón del príncipe de Asturias, pleno de soberbia, y el ingenuo cornudo que fue Carlos IV. Pudiendo ser un formidable personaje la casquivana y antojadiza reina María Luisa de Parma, Galdós piadosamente la deja fuera de foco. Mientras, es el ocio de los cortesanos, a los que sirve Gabriel, el que sirve para dar cuerpo a la novela, con dos aristócratas, encubiertas bajo los nombres de Lesbia y Amaranta (es fácil adivinar en Amaranta un trasunto de la duquesa de Alba), partidarias una de Fernando y de Godoy la otra, volcadas en la actividad teatral del momento, con Moratín como estrella en ascenso y Comellas como figura caduca e Isidoro Máiquez como gran intérprete. Incluso, su amigo y retratista Goya hace una discreta intervención en estas páginas. Bien resuelta y ambientada la novela, sirve para contextualizar el siguiente episodio, en el que se consumarán la caída de Godoy y el estallido de la revuelta contra los franceses, que ya habían comenzado a entrar en España.
A punto de desaparecer de la escena Carlos IV, llega el momento de Fernando VII, de cuyo nivel intelectual da idea una carta a sus padres de 1800 y que en esta edición se cita en los artículos complementarios: "Señora: Mama mía, Llegué bueno, con ganas de cenar. Heres mi pichona como dises y te quiero mucho y he llorado porque no beniste conmigo, que estoy güerfanito de Padre y Madre". Con estos mimbres, el drama nacional está servido.
José Aparicio:
Godoy presentando la Paz a Carlos IV (1796)
martes, 4 de diciembre de 2018
Lecturas: Trafalgar. Episodios Nacionales, 1 (Benito Pérez Galdós)
Hace años me leí con desparejo
entusiasmo los 46 tomos de los Episodios Nacionales de Benito Pérez Galdós en
aquella edición barata que se regalaba con Historia 16. Antes, en la remota
mocedad, leí el primero de ellos, Trafalgar,
dentro de la Biblioteca RTVE de Editorial Salvat, sin que dejara un recuerdo
especial. Ahora que retomo la relectura gracias a la mucho mejor edición que
sacó el diario El Mundo en veintitrés
volúmenes ilustrados y con introducciones y recuadros informativos, tampoco
deja Trafalgar otra sensación, otra
función, que la de un prólogo al gran drama, y la gran tragicomedia, del siglo
XIX español. Aunque ese cometido lo desempeña mejor el siguiente título, La corte de Carlos IV. Pero aquí se
trata de presentar el primer zarpazo de Napoleón a los intereses españoles,
esta vez como aliado.
Bandera del "San Ildefonso".
Museo Marítimo de Greenwich
Curiosamente, el hecho de la
batalla, del combate, es despachado aquí por Galdós con economía de medios y en
pocas páginas, siendo más importante la descripción del daño, la angustia y
vicisitudes de prisioneros y náufragos. El protagonista de esta primera serie
dedicada a la Guerra de la Independencia, Gabriel de Araceli, que será pieza
conductora, es descrito en su primera mocedad como un pícaro de Cádiz que a
veces siente, en el fragor del peligro, con el miedo, el orgullo de la patria.
Y es que tal vez sobre la mezcla de esas dos emociones es sobre lo que trata este largo ciclo literario de
Galdós.
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