Es la primera novela de Pamuk, de 1982. Lo que se viene a llamar un vasto fresco narrativo que sigue el devenir de Turquía, y las zozobras y las dudas de ser turco, a través de tres generaciones de una misma familia. Una novela que tiene mucho de decimonónica por su forma narrativa, pero que deja ver las virtudes del Pamuk que amo. A través de tres momentos de la historia turca, y mientras sólo la matriarca familiar se mantiene como presencia casi inmortal (algo que después veremos en "La casa del silencio", con esa matrona avejentada pero sagaz y exigente que gravita sobre la vida de sus nietos), se comienza en 1905, cuando todavía existe el agónico Imperio Otomano, salta a finales de los años treinta y comienzos de los cuarenta, con la agonía y muerte de Ataturk, y finaliza en 1970, en vísperas de un golpe militar (como también sucede en "La casa del silencio". Por medio, el spleen de algunos, la ambición de otros, el juego con el destino de otro memorable personaje que se plantea continuamente suicidarse a los treinta años y que conoceremos incluso en su ancianidad apacible y, siempre, la fascinación por Estambul. Quien ya ame a Pamuk, amará este libro. Quien no lo conozca, necesitará ser animado para avanzar en el conocimiento y exploración de su universo narrativo.