martes, 31 de mayo de 2016

Lecturas: ¿Qué pasa en Cataluña? (Manuel Chaves Nogales)

Reportajes publicados en las páginas del diario Ahora, del que fue director, en 1936, en los días y semanas siguientes al triunfo del Frente Popular con la consiguiente amnistía que dejó en libertad al sedicioso Lluís Companys y a sus compinches. Con esta descripción no oculto cuánto me desagrada ese personaje exaltado y su causa. Como me desagradan los que a estas alturas, y recurriendo a parecidas mentiras, pretenden repetir esa historia amarga y lamentable. No lo oculto, y en este blog lo ha manifestado con mayor extensión. En este escueto volumen, completado por una entrevista a Macià publicada en diciembre de 1932, destaca cómo las pasiones de entonces son las mismas de ahora. Véase lo que Chaves Nogales, certero pero no visionario (como tantos españoles, no supo ver que lo que estaba al llegar era una bestial guerra civil y un resurgimiento, en Cataluña, del anarquismo que él veía en retroceso sólo cinco meses antes de la catástrofe), pone en boca de un catalán innominado: 

El desfile -decía alguien- ha sido impresionante y revela la gran fuerza espiritual del pueblo catalán. A nuestro pueblo le entusiasman esas grandes paradas de la ciudadanía. No sabe pasar muchos meses sin provocar alguna. Pero acaso entre una y otra, aunque solo mediasen tres o cuatro meses, tendría alguien que preocuparse de rellenar el tiempo con una tarea que tal vez no sea del todo superflua: la de gobernar, la de administrar, la de hacer por el pueblo algo más que ofrecerle ocasión y pretexto para esos deslumbrantes espectáculos.


Es fácil evocar las banderitas, el corro de la patata, la silbatina y la fiesta que hemos visto en tantas diadas recientes, acompañadas de reclamaciones de libertad formulada por quienes saben que la tienen de sobra. Tanto carnaval estelado. Para que al final, como aquí pasará, nada suceda:

Voy preguntando a los hombres representativos de Cataluña qué es lo que piensan del momento presente, qué es lo que quieren, adónde van. Mi encuesta es, hasta ahora, bastante satisfactoria.En Cataluña no pasará nada. Es decir, no pasará nada de lo que el español no catalán recela. El triunfo electoral de las izquierdas no dará a Cataluña una orientación revolucionaria, aunque muchos hombres de izquierda, desde luego todos los de la derecha, puedan creerlo todavía. [...] En Cataluña hay, por encima de todo, un hondo sentido conservador que se impondrá fatalmente fatalmente. Yo no sé si los hombres de la Esquerra, profesionales casi de la revolución, se resignarán a aceptarlo. Si no lo hacen, peor para ellos.

Al loro, o sea. 



lunes, 30 de mayo de 2016

Lecturas: La vida nueva (Orhan Pamuk)

Hay un misterio en este libro, y es el propio libro ese misterio. El libro que el narrador, un rutinario estudiante de ingeniería lee y que le cambia la vida. Un misterio que no es sólo cuál es ese libro (uno lee el de Pamuk diciéndose que sería terrible que fuera el Corán, o el Mein Kampf, o incluso El capital, una posibilidad que el propio Pamuk ha citado, ya que en sus páginas aparecen raros fanáticos devorados por el libro, pero lo mismo puede ser el que el lector tiene entre manos, firmado por Pamuk), sino también por qué ese libro lleva a quienes lo leen a abandonar sus hogares. Como Osman, el narrador, afirma: “si la vida es un viaje, yo llevo seis meses viajando y algo he aprendido, permítame que se lo cuente. Por haber leído un libro perdí todo mi mundo y ahora ando por los caminos para encontrar otro nuevo”. Esa posibilidad de plenitud abarca también la posibilidad del acceso a la propia identidad, lo que es una de las obsesiones del novelista turco.


Es una novela densa, que se deja leer con tranquilidad y agrado hasta que a partir de, más o menos, la página 100, empieza a ponerse cuesta arriba y la lectura exige la mayor concentración. Que yo no le dediqué. Lo que puede verse como la historia de una búsqueda de sí mismo y del amor (la amada, Canan, tiene como nombre lo que en turco es amor), se convierte al comienzo en una pesadilla, en una road movie en versión autobús, para después tornarse alegoría con rigores y exigencias metafísicos. Por primera vez, doy con un Pamuk que se revuelve contra mí y me exige paciencia y tiempo. Incluso indulgencia. Hay muchos comentarios en la red, entusiastas y hastiados, de este libro especialísimo. Espero que los años me concedan la madurez necesaria para asimilarlo. Sé que entonces lo amaré, pero no ahora. No.

¿Algo que destacar? La obsesión pamukiana, su cliché, de nombrar personajes que se enamoran de sus primas. También que dentro de la mecánica habitual de Pamuk de incluir referencias a personajes de otras novelas suyas, en ésta se nos encontramos una a El libro negro: “Lo ha entendido incluso nuestro ilustre columnista Celâl Salik y por eso se ha suicidado. Ahora sus columnas las escribe otro en su lugar”.



Para quien busque un resumen de la trama en las propias páginas del libro, servirá este pasaje: “Había muchas personas así en el mundo, pero ¿era yo uno de ellos? Se me había olvidado cómo era. Había malgastado el mismísimo centro de mi alma, lo había perdido en los caminos porque solo me guiaba el deseo de ser amado por Canan, de encontrar el país del libro y de hallar a mi adversario y luego matarlo”. ¿Más, y mejor, algún pasaje prodigioso? Sirva este: "Me habría gustado decirles que ese instante feliz e incomparable es una gracia que Dios nos concede raras veces en la vida a siervos como nosotros, explicarles que cuando apareces por única vez en la vida, ángel mío, es en esa hora prodigiosa bajo el paraguas milagroso de una nube de cemento  y preguntarles por qué ahora éramos tan dichosos. ¿Quién nos ha concedido esa plenitud, esa totalidad, esa perfección, madre e hijo que os abrazáis libremente con todas vuestras fuerzas por primera vez en la vida como si fuerais amantes sin inhibiciones, mujer coqueta que descubre que la sangre es más roja que el ´lápiz de labios y la muerte más compasiva que la vida, niña afortunada que contemplas las estrellas con la muñeca en brazos plantada junto al cadáver de tu padre?"

Demasiado intenso todo, tal vez haga falta tener un ángel sosteniendo el libro para comprenderlo. Y tal vez entonces morir. Avisados quedan.

Para quienes quieran saber más (y mejor): El traductor de la novela la glosa y defiende




viernes, 6 de mayo de 2016

Lecturas: El libro negro (Orhan Pamuk)

Un Pamuk denso, especialísimo. Si ya hemos visto cómo nuestro autor recurre a autorreferencias de libro en libro, nos encontramos aquí con un título en el que aparecen menciones de Cevdet Bey, personaje principal de gran parte de su primera novela, y al cautivo narrador y narrado de “El castillo blanco”. Pero, a la vez, esta novela con aspiración a obra maestra se convierte en precedente de la indiscutible obra maestra que será “El Museo de la Inocencia”. Porque aquí encontramos por primera  vez a dos primos, Rüa y Galip, que se enamoran (y en esta ocasión llegan a casarse) y que bruscamente se separan. Y el enamorado comienza una búsqueda de la amada que se convierte en búsqueda del amor perdido y de la propia identidad. Dos temas que, con sus imprescindibles variaciones, reaparecerán en la siguiente ficción (ahora en proceso de lectura) de Pamuk: “La vida nueva”.



Denso, con esa capacidad de estilo y de seducción del lector que me hizo cerrar el libro en diversas ocasiones para reponerme de la conmoción que supone encontrar pasajes que nadie puede superar, respirando hondo y mezclando admiración, envidia y emoción, “El libro negro” se convierte en una falsa novela policiaca en sus capítulos impares, que siguen al narrador en la búsqueda de su esposa. Que como aficionada a la literatura detectivesca puede  que esté jugando con su marido a un desesperante juego del escondite. Al menos eso es lo que el lector, este lector, desea. Pero la explicación de este misterio no será clara y, además, será terrible. En los capítulos pares, Pamuk inserta muy elaborados artículos literarios que atribuimos a Celâl Salim, hermanastro de la desaparecida y también abruptamente ausente. En todo caso, todas las páginas, todos los capítulos, giran en torno al amor, a la muerte, a la escritura, a la propia Estambul, la mentira. Las obsesiones permanentes de Pamuk, en suma.



Se admira, por su capacidad fabuladora, al quizás apócrifo Celâl Salim, que en sus escritos se refiere con insistencia a la biografía y los escritos del místico musulmán Mevlâna al que en Occidente conocemos como Rumi, quien ante la pérdida de un amigo/amado (el libro de Pamuk es un constante juego de espejos), escribió:

¿Por qué debo buscarlo? 
Soy el mismo, soy como él.
Su esencia habla a través de mí.
¡Me he estado buscando!

La búsqueda de Galip, que busca a la vez a Celâl (a quien llega a suplantar) y a Rüya, es una búsqueda de sí mismo. Como ser turco es también una manera de vivir preguntándose por la identidad. Unas magistrales páginas finales le darán sentido y coherencia a la novela. Que a su vez se resume en unos versos de Rumi que no son citados por Pamuk:

Escucha la flauta de caña, y la historia que cuenta,
cómo canta acerca de la separación:
desde que me cortaron del cañaveral,
mi lamento ha hecho llorar a hombres y mujeres.
Deseo hallar un corazón desgarrado por la separación,
para hablarle del dolor del anhelo.
Todo el que se ha alejado de su origen,
añora el instante de la unión.