viernes, 6 de mayo de 2016

Lecturas: El libro negro (Orhan Pamuk)

Un Pamuk denso, especialísimo. Si ya hemos visto cómo nuestro autor recurre a autorreferencias de libro en libro, nos encontramos aquí con un título en el que aparecen menciones de Cevdet Bey, personaje principal de gran parte de su primera novela, y al cautivo narrador y narrado de “El castillo blanco”. Pero, a la vez, esta novela con aspiración a obra maestra se convierte en precedente de la indiscutible obra maestra que será “El Museo de la Inocencia”. Porque aquí encontramos por primera  vez a dos primos, Rüa y Galip, que se enamoran (y en esta ocasión llegan a casarse) y que bruscamente se separan. Y el enamorado comienza una búsqueda de la amada que se convierte en búsqueda del amor perdido y de la propia identidad. Dos temas que, con sus imprescindibles variaciones, reaparecerán en la siguiente ficción (ahora en proceso de lectura) de Pamuk: “La vida nueva”.



Denso, con esa capacidad de estilo y de seducción del lector que me hizo cerrar el libro en diversas ocasiones para reponerme de la conmoción que supone encontrar pasajes que nadie puede superar, respirando hondo y mezclando admiración, envidia y emoción, “El libro negro” se convierte en una falsa novela policiaca en sus capítulos impares, que siguen al narrador en la búsqueda de su esposa. Que como aficionada a la literatura detectivesca puede  que esté jugando con su marido a un desesperante juego del escondite. Al menos eso es lo que el lector, este lector, desea. Pero la explicación de este misterio no será clara y, además, será terrible. En los capítulos pares, Pamuk inserta muy elaborados artículos literarios que atribuimos a Celâl Salim, hermanastro de la desaparecida y también abruptamente ausente. En todo caso, todas las páginas, todos los capítulos, giran en torno al amor, a la muerte, a la escritura, a la propia Estambul, la mentira. Las obsesiones permanentes de Pamuk, en suma.



Se admira, por su capacidad fabuladora, al quizás apócrifo Celâl Salim, que en sus escritos se refiere con insistencia a la biografía y los escritos del místico musulmán Mevlâna al que en Occidente conocemos como Rumi, quien ante la pérdida de un amigo/amado (el libro de Pamuk es un constante juego de espejos), escribió:

¿Por qué debo buscarlo? 
Soy el mismo, soy como él.
Su esencia habla a través de mí.
¡Me he estado buscando!

La búsqueda de Galip, que busca a la vez a Celâl (a quien llega a suplantar) y a Rüya, es una búsqueda de sí mismo. Como ser turco es también una manera de vivir preguntándose por la identidad. Unas magistrales páginas finales le darán sentido y coherencia a la novela. Que a su vez se resume en unos versos de Rumi que no son citados por Pamuk:

Escucha la flauta de caña, y la historia que cuenta,
cómo canta acerca de la separación:
desde que me cortaron del cañaveral,
mi lamento ha hecho llorar a hombres y mujeres.
Deseo hallar un corazón desgarrado por la separación,
para hablarle del dolor del anhelo.
Todo el que se ha alejado de su origen,
añora el instante de la unión.


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