lunes, 29 de septiembre de 2025

Lecturas: Buick 8. Un coche perverso (Stephen King)

En algún momento, Stephen King cita una canción de Bob Dylan, From a Buick 6, de uno de sus discos principales, Highway 61 revisited (1965). En aquella canción, titulada como la novela con la única diferencia del número, en Dylan un 6 y en King un 8, se incluyen estos versos: Bueno, cuando la tubería se rompe / Y estoy perdido en el puente del rio / Estoy todo roto en la carretera / Y en el borde del agua / Aquí viene de nuevo, bajo la autopista / Lista para coserme de nuevo con un hilo. En la novela, hay destrucción y hay redención y hay añoranza de alguien que pudiera haber enmendado el desastre. Los caminos de King, una vez más, son inescrutables. Sin ser una novela importante, es de una eficacia ejemplar. Publicada en 2002, la novela combina, como es marca de la casa, lo sobrenatural con lo cotidiano, adentrándose en las entrañas de lo inexplicable sin aportar ninguna explicación y sin que sea necesario: el horror sucede, está ahí y a ver cómo lo manejáis, qué hacéis con ese espanto, cómo acomodáis vuestra lógica a lo que no la tiene.



La trama gira en torno a un misterioso automóvil Buick 8, un modelo 1954 que fue encontrado abandonado en una gasolinera al desaparecer, en un abrir y cerrar de ojos, su conductor. Llevado al garaje de la Policía Estatal de Pensilvania, donde queda estacionado durante años. Al principio, el vehículo parece inofensivo, pero es asimétrico, un examen a su motor desvela que no podría moverse, su salpicadero es distinto al de los Buick 8, su volante parece el timón de un barco. A su alrededor hay gente que desaparece, elementos que expulsa desde el maletero, resplandece cegadoramente a veces. Es, sin duda, algo siniestro. No es un automóvil, sino un artefacto de horror que parece tener vida propia, una vida perversa y ajena a la comprensión humana. Nadie sabe de dónde proviene ni qué es exactamente, pero su presencia desencadena sucesos desconcertantes y aterradores que emanan de su interior.

Los miembros del cuerpo de policía se ven atrapados, especialmente el joven Ned Wilcox, hijo del agente que tomó a su cuidado el coche, por la fascinación de este objeto incomprensible, mientras lo mantienen encerrado en el garaje, a la espera de que algo ocurra. La historia se construye a través de las conversaciones y recuerdos de los oficiales que trabajaron con el auto, lo que otorga una sensación de misterio gradual, casi de cuento oral. Es Ned quien se convierte en el hilo conductor, ya que es quien se empecina en vano en descubrir los secretos del Buick y los oscuros ecos de terror que trae consigo. Que la novela tenga unas páginas sobre el mundo cansino de La Torre Oscura es su único defecto,


viernes, 26 de septiembre de 2025

Lecturas: 1939. Agonía y Victoria (El protocolo 277) (Ricardo de la Cierva)

Tenía 10 años el autor cuando los republicanos fusilaron a su padre en Paracuellos. Edad para enterarse, edad para no olvidar las circunstancias. Pero no aplica la rabia, el asco, a estas páginas. Lo que dignifica al autor y al libro, que es a la vez un detallado, extenuante por momentos, relato de los últimos momentos de la Guerra Civil Española, sino que también ofrece una reflexión sobre las consecuencias que el conflicto tuvo para la sociedad española en su conjunto. A mi entender, nos encontramos ante una excelente lectura para entender el final de aquella pesadilla, una crónica que tal vez se centra más en la agonía de una República que dejó de ser una democracia en 1934, que en la victoria de Franco.

Como señala De la Cierva: “El año 1939 fue un año de pasiones enfrentadas, de sacrificios y de esperanzas truncadas, pero también de victorias alcanzadas a costa de un sufrimiento que duraría generaciones”. Esta frase refleja el tono melancólico y al mismo tiempo heroico que impregna el libro, donde cada paso hacia la victoria franquista se narra como una conquista costosa, aunque necesaria, para la reconstrucción de la nación.

El título del libro, "Agonía y Victoria", resume perfectamente la dualidad que caracteriza a la obra. De un lado, la agonía de una España desgarrada por un conflicto fratricida y, por otro, la victoria de aquellos que consiguieron imponer su visión del futuro, aunque no sin dejar tras de sí una sociedad dividida y marcada por el sufrimiento. De la Cierva no elude la dureza de los últimos meses del conflicto, describiendo con realismo la situación de los combatientes y la población civil, pero también se toma el tiempo para abordar las implicaciones de la victoria en términos políticos, económicos y sociales.




En sus páginas, el autor recuerda que “la victoria no fue solo el resultado de una confrontación militar, sino de un conflicto ideológico que había fracturado a la sociedad española en formas irreconciliables”. Este tipo de reflexión permite al lector no solo ver los eventos desde la perspectiva de los vencedores, sino también entender la magnitud del coste humano y social que implicó el fin de la guerra.

Una de las grandes virtudes del libro es su capacidad para profundizar en los personajes que fueron clave en los últimos momentos de la contienda. De la Cierva se centra en figuras como Francisco Franco, Juan Negrín, Segismundo Casado y Julián Besteiro, presentando no solo sus decisiones tácticas, sino también las complejas motivaciones políticas que guiaron sus acciones en esos momentos críticos.

El autor destaca, por ejemplo, que “Franco no solo luchaba por una victoria militar, sino por la consolidación de una idea de España que consideraba esencial para la supervivencia del país”. Este tipo de análisis da una dimensión más rica a la obra, al ir más allá de los hechos y acercarse a las inquietudes filosóficas y políticas que marcaron la mentalidad de los actores principales. Besteiro y, sobre todo, Casado, emergen como héroes que supieron defender la dignidad de la nación por encima de adscripciones ideológicas. Supieron ver el riesgo de una España dominada por el comunismo y quisieron renunciar a la política de resistencia a ultranza de Negrín, a quien se retrata como un títere manejado por Stalin.

Para quien busque un libro que combine rigor, análisis y un enfoque humano sobre los últimos días de la Guerra Civil, 1939. Agonía y Victoria es una lectura imprescindible.