Recién apagadas las llamas (bueno, la llamita) de los premios Goya, en el horizonte se atisba la inminente llamita (bueno, tal vez la llamarada) del Festival de Málaga. En él, una de las mejores sorpresas de los últimos años fue la magnífica actuación de Silvia Abascal en “La dama boba”, que le valió la biznaga de plata como actriz protagonista, galardón que también merecieron el actor el actor y actriz de reparto (Roberto San Martín y Macarena Gómez), además del vestuario de Lorenzo Caprile. Cuatro premios consiguió la cinta, la más premiada de aquella edición de 2006, que demostró que, como ya hiciera, aunque de forma un tanto menos afortunada, “El perro del hortelano” de Pilar Miró que Lope de Vega es un autor vivo, disfrutable, tan alejado del tedio venerable de la erudición académica como del frenesí amatorio, aderezado de versos, al que lo redujo el reciente biopic tan prescindible. Para comprobar, revalidar, la vigencia de la comedia de Lope tenemos la oportunidad que se nos ofrece el domingo 27 de febrero en el Teatro Echegaray. Esta vez la adaptación es para teatro de sombras y de títeres además de actores. La compañía es Pie Izquierdo, que con este montaje consiguió el Premio a la mejor interpretación femenina otorgado por la Unión de Actores de Castilla-León en 2008.
El gran amante, y grandísimo creador (espanta su grandeza) escribió en 1613 el papel protagonista de la obra (que no es el de la boba) para Jerónima de Burgos, la esposa del actor (y autor) teatral Pedro de Valdés . Cuando en al año siguiente Lope decida tomar los hábitos, Jerónima será su compañera. Y también Lucía Salcedo. Nada extraño en un autor que, a decir del gran amante (de España) que fue Gerald Brenan era la vida misma: “Así, aunque fervoroso en religión, Lope es uno de los escritores más amorales, no por convicción filosófica, sino por la sencilla razón de que estaba enamorado de la vida –y tenía tal vez demasiada conciencia de sus deslices- para encontrar serios defectos en cualquier aspecto de ella. Sin embargo, en lo que se refiere a las mujeres, y tenía una especial piedra de toque para el personaje: su conducta en el amor. Sus heroínas están casi siempre bien trazadas y no son en modo alguno meros objetos destinados a provocar el éxtasis masculino. Si miraba a los hombres de un modo superficial, Lope estudiaba a las mujeres atentamente y con simpatía, tomando nota de sus características individuales”.
Portada del manuscrito original de Lope de Vega, 1613
Otro enamorado (de Lope), Alonso Zamora Vicente, no es parco en elogios: “Una deliciosa obra maestra es “La dama boba”, en la que se expone el viejo tema de la torpeza mental eliminada por la necesidad de conquistar a la persona amada. Sobre esta base tan elemental, Lope supo hacer una deliciosa porción de vida, animada y graciosa, un diálogo alegre y sentido, que deja al terminar su lectura, una honda sensación de gozo suave, contenido, de perpetua sonrisa”. En resumidas cuentas, lo que aquí se nos cuenta, entre equívocos llenos de comicidad, es la peripecia de dos hermanas, Nise y Finea: “pues Nise bella es la palma; / Finea, un roble sin alma/ y discurso de razón. / Nise es mujer tan discreta, / sabia, gallarda, entendida, / cuanto Finea encogida, / boba, indigna e imperfeta”. Un tío de ambas, para proporcionar un futuro venturoso a la menos afortunada, Finea, le concede una dote a la que aspira un cazafortunas sin escrúpulos, Liseo. Pero boba de remate como es Finea, Liseo duda y comienza a interesarse por la ingeniosa Nise. A la vez que el galán de ésta, Laurencio, opta por el metal que trae aparejada Finea. A partir de aquí, cada una, para lograr sus objetivos, optará por aparentar inteligencia o estupidez, trocándose los caracteres y causando situaciones cómicas de primera magnitud hasta llegar a las palabras que la cierran: “Al senado la pedid, / si nuestras faltas perdona; / que aquí, para los discretos, / da fin “La comedia boba”.
Publicado en diario Sur, 26 de febrero de 2011
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