El 24 de febrero de 2022 comenzó la Tercera Guerra Mundial. La invasión de Ucrania equivale, puede equivaler, al atentado de Sarajevo del 28 de junio de 1914. Las declaraciones de guerra y convertir Europa en un campo de batalla se llevó un tiempo. Como está sucediendo ahora. Como persona decente, estoy del lado de Ucrania. Sirva esto (procedo a romper la bola de cristal y arrancar las estrellitas plateadas de mi atavío) para decir que ya en esa fecha tuvo que estar Vallés ocupado con este libro, saliendo al mercado pocas semanas después. Lo que sirve para señalar que aunque haya un par de alusiones a la agresión nazi de Putin contra Ucrania, éste no es un libro sobre ese crimen. Sí lo es sobre Putin (y de qué forma) y otros crímenes. Es una crónica de cómo las manos sucias del FSB, del que Putin fue director, el Servicio Federal de Seguridad, antiguo KGB, están detrás de la muerte de un buen puñado de políticos, opositores, empresarios, periodistas, oligarcas, mafiosos y agentes de inteligencia que al Poder (sí, con mayúscula como Leviatán) le ha convenido neutralizar. En nombre de la Patria, del Poder, del Dinero. O de lo que sumado resulta en Vladímir Vladimírovich Putin. Ese dictador asqueroso.
Por aquí desfilan todos ellos, se narra el ascenso sanguinario del autócrata sobre la base de la mentira y la traición, de la desinformación y la manipulación, para convertirse en lo que hoy es. Litvinenko, Berezovski, Nemtsov, Anna Chapman, Navalny, son algunos de los nombres que más nos pueden sonar de los muchísimos que aquí comparecen en estas páginas en las que también caben la injerencia rusa en las elecciones que llevaron al poder a Donald Trump. Por medio, Vallés, en este libro que es un extenso y exhaustivo reportaje periodístico, se denuncia al que es el mayor enemigo de la paz en nuestro mundo de hoy de mierda. Como dice el autor, Y ese es el objetivo de Vladímir Putin: provocar el caos en Estados Unidos y en los países europeos para así reequilibrar la partida que Rusia empezó a perder en los años sesenta: alentar el extremismo de izquierdas y de derechas en las sociedades libres para dañarlas; fomentar el populismo destructivo y provocar odios internos en los países rivales para empequeñecerlos; provocar situaciones límite que pongan a prueba la resolución de los líderes occidentales y su capacidad de respuesta ante los desafíos, a sabiendas de que enfrente solo encontrará división y pusilanimidad. En definitiva, trasladar al tablero político mundial la paradójica enseñanza del judo, el deporte que Putin ha practicado desde siempre: aprovechar las fortalezas del adversario en su contra. Aprovechar la tradición democrática de Occidente, para doblegar a Occidente. Sacar ventaja de las libertades de Occidente, para introducir discordias en Occidente. Utilizar las nuevas tecnologías inventadas en Occidente, para alimentar el extremismo y provocar enfrentamientos internos en Occidente.
En definitiva, un buen aviso para estos tiempos terribles.
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