domingo, 24 de diciembre de 2017

Lecturas: Origen (Dan Brown)

Cuando yo colaboraba en Sur, me encargaron hacer la crítica de una de las primeras novelas de Brown aquí publicadas. Era Fortaleza digital, y me pareció un entretenimiento eficaz y ligero que se dejaba leer con facilidad. Literatura mala, eso sí. Pero dejándose leer. Que tampoco está mal, en estos tiempos.  En esos tiempos. Me leí entonces, y en un pispás, otro puñado de novelas suyas. Ahora miro en la wiki y encuentro que con la que ahora repaso son siete las novelas de Brown que he leído. Nada menos. Pero es nochebuena hoy y tampoco quiero emplear demasiadas palabras para reseñar la que es la peor de todas. Mi ejemplar, para poner un ejemplo, lo dejé hace unos días sobre una papelera en la calle. Demasiado volumen (cúbico) para un volumen (de papel) tan malo. Vamos al loro y al aviso: la cosa pasa en España, ahora, donde hay un rey enfermo con un único hijo, Julián, prometido con una plebeya que es directora del Museo Guggenheim de Bilbao. En esa España ficticia, la democracia es más bien un sucedáneo, la gente progresista lleva pegatinas con cruces papales en señal de admiración con el Papa progresista. Y (qué pereza) en ese contexto hay un científico multimedia y perspicaz que ha dado con la respuesta de las dos preguntas de siempre: de dónde venimos y adónde vamos. La novela incluye las dos respuestas, que tampoco son para tanto y que cualquiera, en una aburrida charla de café, puede contestar. 

No seguiré destripando el libro, por más que entren ganas y a cuchillo. La acción es poca y tonta. Y la charleta del científico que tantas páginas ocupa es tediosa y fatua. Además, incluye en la trama a los sectarios del Palmar de Troya y nombra hasta a los carlistas como sospechosos de las fechorías que se relatan con desgana. Todo ello, con torpeza. A un español consciente de su país, ese retrato de su país le tiene que enfurecer aunque sea sólo un poquito. La cortedad de la trama, la torpeza para mantenerla, produce no sonrojo ni estupor, sino cansancio. Lo lees y desde pronto sabes que estás perdiendo el tiempo. Estupidez sobre estupidez, y todo ello con un tonito de sabelotodo ufano por parte del tipo de las preguntitas (Edmond Kirsch es su nombre) que, la verdad, ni siquiera voy a terminar esta frase. Una novela estúpida sin nada que te dé ganas de leer más de Brown. Que es un mal autor pero que te ofrecía (hasta ahora) pasatiempos. Y esta vez el tiempo se hace laaaaaaaargo.

Sea como sea, Feliz Navidad. 

PD: no iba a poner ninguna ilustración, pero encontré una y...


No hay comentarios:

Publicar un comentario