En una revista gloriosa como The Magazine of Fantasy and Science Fiction, Charles de Lint afirmó que este libro es "la gran novela estadounidense de los baby boomers", ya que "cuando está en la cima de su forma, como ciertamente lo está aquí, él [King] puede ser tan provocador e inspirador como <inserte aquí su autor literario favorito>". Nada menos. Pero no es para tanto. Lo que sí se observa es un intento de King de escapar de los géneros, huyendo de elementos fantásticos pero esta huida es algo frustrado. A través de tres relatos largos y dos muy breves, hace transitar a un puñado de personajes a lo largo de cinco momentos históricos (1960, 1966, 1983, y dos momentos de 1999) desde lo cotidiano hasta lo fantástico, estropeando el relato a medida que los elementos fantásticos hacen su aparición. Así, en la primera de las historias, la más extensa, titulada Hampones con chaquetas amarillas todo es deleitable, con sus notas de extrañeza habituales, hasta que, maldición, aparece el ka (en mi mente, ka-de-los-cojones) y alusiones a la fatigosa saga de La torre oscura. Al menos, ese batacazo desaparece en pocas páginas. La siguiente parte del libro, Corazones en la Atlántida, es el inicio de una historia de amor entre estudiantes que se refugian en un juego de cartas, el de los corazones, para huir de la amenaza del llamamiento a filas en la guerra de Vietnam. Nada que objetar.
En la titulada Willie el ciego seguimos la doble vida de uno de los personajes que conocimos en 1960. Veintitrés años después, también la vida de Carol, niña que en la primera parte vive una experiencia dolorosa, también vive bajo otra identidad tras su participación en un grupo subversivo. En la cuarta parte, ¿Qué hacemos en Vietnam? se cuenta la guerra de Vietnam desde sus secuelas y los traumas que deja en las mentes y las almas de sus participantes. Pero King introduce un pasaje que obra en detrimento de esta historia y daña la experiencia de la lectura del libro entero, a través de una avalancha heterogénea de elementos que caen del cielo y que constituye, a mi juicio, una de las mayores torpezas, una de las más ridículas, de la bibliografía de King hasta el momento. Para cerrar el volumen, el relato Se ciernen ya las sombras de la noche devuelve la cordura a este volumen desconcertante a través de la emoción.
No hay comentarios:
Publicar un comentario