Para quienes nos cansamos pronto de las tramas secundarias, y más cuando éstas se hinchan tanto como los amores imposibles, pero con previsible final feliz, de Gabriel de Araceli e Inés, este episodio significa una grata pausa, por cuanto se le cede la voz, esto es, la escritura, a otro personaje, Andrés Marijuán, que tuvo una aparición discreta en Bailén, para que sea él quien narre en primera persona el calamitoso sitio de Gerona en 1809.
Perdida la ventaja estratégica de Bailén, los ejércitos españoles se encuentran sumidos en el caos; casi toda España está ocupada con focos de resistencia aislado y el dominio nacional de parte de Andalucía. Incorporado Araceli al ejército en Cádiz, allí coincide con su viejo conocido que le relata el asedio de Gerona. En el que es el hambre el mayor enemigo. Una disputa por comerse una gata entre el hasta entonces beatífico señor Nomdedeu y el propio Marijuán posee una violencia desesperada que realza y hace visible los extremos de la desesperación entre los gerundenses. Si Zaragoza es el episodio del fuego y el combate, Gerona es hambre. Y el ejemplo de Mariano Álvarez de Castro, caudillo de la resistencia y autr de una brevísima proclama: Será pasado por las armas el que profiera la voz de capitular o de rendirse. Durante 7 meses 18.000 soldados franceses asediaron una ciudad que contaba con 5.600 soldados, a los que se unieron civiles e incluso mujeres dispuestas en el llamado Batallón de Santa Bárbara. Rendida por el hambre, 10.000 vidas fue el precio del sacrificio. Siendo muy notable esta novela, palidece comparada con su antecesora.
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