Sigo mis lecturas de todo Pamuk, atrancándome en el último capítulo de Me llamo Rojo (próximamente en este blog) y saltándome en el orden cronológico dos títulos (Estambul y El novelista ingenuo y sentimental). Y me encuentro con su última ficción capaz de tocar el espíritu y el corazón del lector. Pero tal vez de un tipo de lector sobre todo. Del mío. Me aclaro, del que proviene de una clase que no es la media-media como me sucede en este momento de mi vida sino que ha conocido no la miseria y el hambre pero sí la vida que hay que lucharla cada día (y aquí homenajeo a mi desmejorado padre, homenajeo a mi madre difunta y a tantos familiares y vecinos que supieron lo que era la vida en una barriada obrera de los años 60 y 70. Pero no vengo aquí a ponerle un marco suburbano a mi irrelevante ombligo, no vengo a dar pena, a dármela de pobre (de más pobre). No, vengo a invocar la capacidad para la empatía de los personajes, de algunos personajes, de Pamuk. De lo que le hace ser un autor extraordinario. Porque aquí es un vendedor turco de boza (un bebedizo de trigo fermentado muy apreciado en la Turquía más tradicional) , de nombre Mevlut, que lleva una vida más o menos calamitosa, más o menos dichosa, absolutamente creíble, desde su infancia en una aldea turca de finales de los años 50 hasta su madurez en el Estambul de ayer mismo. Una historia cotidiana, sencilla, con sus tragedias más o menos grandes (dos muertes hay en esta historia, ambas imprevistas), dos alegrías que a la larga permanecen y perviven. Todo ello sobre el trasfondo de un Estambul amado por Mevlut y que no es el del barrio de Nisantasi, tan recorrido por Pamuk, sino el de los suburbios pobres que en el barrio céntrico de Beyoglu ve el espejo de la vida más grata pero que, ay, es ajena y fugitiva.
Nos encontramos con una novela que sin ser extraordinaria te hace desear que sus personajes (ninguno un villano y todos con sus sueños irrealizables) tengan más voda que mostrar y que sentir. Una novela que tiene un largo subtítulo que explica de qué va el libro: Una historia obre la vida, las aventuras, los sueños y los amigos de Mevlut Karatas, el vendedor de boza, y una fotografía de la vida de Estambul entre 1969 y 2012, descrita desde la perspectiva de numerosas personas. Nada menos. Y por ello Pamuk recurre a darle voz, a veces por un par de páginas, a veces por un breve párrafo, a multitud de personajes que toman la voz en primera persona para completar lo que el narrador nos cuenta en tercera pero desde el punto de vista del querible Mevlut. Para dar solidez al conjunto, el autor completa el volumen con una cronología de los hechos (que es mejor no consultar antes de tiempo para evitar que ese conocimiento te hurte sorpresas) y hasta un índice analítico sobre los personajes. Como si de una biografía académica se tratara. Añade el libro además el atractivo, sorprendente, de ilustraciones hechas por el imprevisible Pamuk.
Muy recomendable. Delicioso. Una lectura aconsejable para iniciarse en la obra del gran autor turco. Que hasta te hace querer probar la boza (en el primer vídeo, una visión breve muy neutra, en el segundo una chavala con gracia dudosa prueba y comenta en español lo que Mevlut convierte en el eje de su vida).
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