El VII Festival de Música Antigua acoge la ópera “Venus y Adonis” escrita para Carlos II de Inglaterra
O nos pasamos o no llegamos. O terral o riá. O ausencia de música antigua o el VII Festival de este año de tanta agonía económica de 2011 que es lo que le caería en suerte a quien frotase la lámpara en el desierto y pidiera casacones, clavicémbalos, cornucopias y tesoros delicados y perfectos. Y he aquí que tras una semana intensa, tenemos otra que culmina el festival y llena la Sala María Cristina de momentos perfectos. Un festival que organiza la Orquesta Filarmónica de Málaga y que patrocinan Ayuntamiento de Málaga y Junta de Andalucía. Las alegrías de esta semana se sucederán en este orden: el lunes 4 de julio el excelente grupo “Al ayre español” que dirige Eduardo López Banzo y con la soprano María Espada con el programa “Esta dulzura amable” con piezas de José de Nebra y Domenico Scarlatti; el martes 5 actuará el ensemble barroco Archivo 415, dirigido por Ángel Sampedro, que ofrecerá la versión en concierto de la ópera “Venus y Adonis” de John Blow; le seguirá el miércoles 6 Xuriach con el programa “Sonen ballades”, un espectáculo de música y danza que reúne 32 piezas que van desde el siglo XVI al XIX; el jueves 7 es el turno de la Joven Orquesta Barroca de Andalucía, dirigida por el también violinista Michael Thomas y con Alejandro Garrido al violín que se presentan con un programa con músicas de Haendel, Vivaldi, Johann Sebastian Bach y Telemann (la curiosísima “Suite burlesca Don Quijote), para cerrar el festival y el júbilo la propia Orquesta Filarmónica de Málaga con Edmon Colomer a la batuta, Jordi Reguant al clave y Marju Vatsel al pianoforte con músicas de nuestro santo padre Bach y su hijo Carl Philipp Emanuel Bach.
Cada uno de estos programas daría, da, para un artículo que hiciera (ojalá) atractivas las joyas que en esta semana que viene se engarzarán en el estuche venerable del María Cristina, pero la necesidad del espacio hace que sea una, por lo inusual en nuestros escenarios, la que merezca estas cuatro pinceladas, estos tres brochazos: “Venus & Adonis”, de John Blow. Una obra maestra que tiene como subtítulo “Una mascarada para entretenimiento del rey”. Siendo este rey el larguirucho, libertino, complicado y disfrutón Carlos II de Inglaterra, que llegó al poder tras los rigores solemnes y puritanos, de ceniza y circunspección, de Oliver Cromwell, se adivina y acierta que esta mascarada (aunque en rigor sea toda una ópera) es algo que brilla y a la vez vibra, uno de esos tesoros de la música antigua inglesa que merecen custodiarse entre los discos de cabecera (se escriben estas líneas mientras suena la versión de London Baroque con Charles Medlam para Harmonia Mundi: es farragoso y estupendísimo el dato pero útil como recomendación). Aunque su predilección como compositor era la Iglesia Anglicana, Blow ha perdurado gracias a esta soberbia cumbre musical. Charles Burney, que escribió en el siglo XVIII una “Historia general de la Música” decía que Blow “insultaba los oídos con disonancias desmandadas” y hasta proporcionaba ejemplos de “muestras de las crudezas del Dr Blow”, ninguna de ellas pertenece a esta ópera que ni siquiera menciona en ningún lugar. La aparente mala fama de Blow puede deberse a la buena fama, inmortal y perfecta, de Henry Purcell. Que Inglaterra tuviera entonces su Mozart en Purcell no debería convertir a Blow en un Salieri temeroso y mediano. El hecho de que en su estreno ante la corte en Oxford en 1681, el papel de Venus lo cantara, la amante del rey, Moll Davies, y el de Cupido la hija de ambos, lady Mary Tudor, de nueve años entonces, delata el espíritu de esta ópera, o mascarada, que podemos, y debemos, disfrutar como reyes.
Artículopublicado en diario Sur el 2 de julio de 2010
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