Dondequiera que os halléis, la muerte os alcanzará,
aunque estéis en torres elevadas.
En un mensaje de vídeo, Bin Laden repitió tres veces este pasaje de la cuarta azora del Corán. De esta cita, incluida en las páginas finales de este brioso libro, viene su título. Ganador del premio Pulitzer en 2007, es una meritoria investigación sobre los orígenes de al-Qaeda que arranca de la experiencia estadounidense de dos años de Sayyid Qutb, cuya llegada al Nuevo Mundo coincidió con la proclamación del Estado de Israel, y que abrirá con sus escritos la puerta al radicalismo musulmán en todas sus disímiles escuelas. De ahí pasa a un modélico médico egipcio, Ayman al-Zawahiri (es curioso, e ilustrativo, el dato de que el bulto en la frente de este icónico hijo de puta se deba a un callo creado por innúmeras horas de estar rezando postrado con la frente en el suelo) que con esas lecturas y los mimbres que tenía a su alcance consiguió que se le acercara el saudí Osama bin Laden. El Afganistán de la lucha contra los soviéticos y el de los talibanes triunfantes después (pero, ay, antes de ahora) será el caldo de cultivo de las fechorías de ambos criminales y su taciturna pandilla. Lo que aporta este libro y que era menos conocido es el papel de la CIA, que enfrentada al FBI no compartió con él la información que podría haber evitado los ataques del 11-S.
Se erige como protagonista, héroe y, a la postre, mártir John O'Neill, un esforzado agente especial del FBI secundado por su compañero musulmán Ali Soufan, de origen libanés. La serie homónima de este libro prodigioso, disponible en Amazon Prime, con un Jeff Daniels colosal, ilustra con precisión este libro lleno de pormenores que incluye un epílogo redactado en 2011, tras la ejecución de Bin Laden, que intenta ser optimista pero en el que prima la amargura por lo que puede, y ha estado sucediendo, venirnos encima en los próximos años. Que Dios (cualquiera, menos Alá) nos pille confesados.
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