Juro que compré este libro un año antes de que Han Kang recibiera el premio Nobel. Amo su país desde la experiencia y la admiración. Hasta intermitente y tozudamente emprendo el aprendizaje del idioma coreano. La vegetariana, precedida de un prestigio bien merecido, es una novela que puede ser, o no (en los anexos del volumen, la autora rechaza toda interpretación sociológica), un retrato cruel del alma de una nación que fluctúa entre el estrés y la introspección, o un retrato psicológico de personajes perturbados. En todo caso, es una historia incómoda y no poco perturbadora y que lleva al lector, quiéralo o no, a buscar en internet qué es una mancha mongólica. Espoiler: una marca azulada, de nacimiento, en la rabadilla.
La vegetariana es a Yeong-hye, una mujer casada, un tanto aburrida y predecible, que decide abandonar el consumo de carne y convertirse en lo que dice el título. Esta decisión, no basada en el amor a los animales sino en sueños amenazantes, desencadena una serie de eventos que van mucho más allá de una dieta; se convierte en el punto de partida de una serie de rupturas, tanto físicas como psicológicas, que desafían las expectativas familiares, sociales y culturales. Si la primera parte está narrada desde el punto de vista del estúpido marido, la segunda, la de la mancha, cede la voz al cuñado libidinoso y artista, y en la tercera es la hermana de Yeong-hye quien toma el relevo para contar el doloroso y gélido final.
Quien busque una interpretación, podrá aventurar que la carne, su consumo, es un un símbolo de las normas sociales, de la previsible sujeción a un modo de vida compartido. Yo, personalmente, veo en este libro un muestrario de enfermedades mentales, ya que no afecta a Yeong-hye sino también a su perturbado cuñado, e incluso a su chato marido. El único personaje normal parece ser la hermana de la vegetariana.
Han Kang narra con sobriedad y sin concesiones. Con fluidez también. Con indiferencia que la hace ser cruel. Como moraleja, podríamos decir que la libertad es peligrosa. Mortal incluso. Por si las moscas, me pediré un whopper, un bulgogi, un campero.
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