lunes, 29 de abril de 2024

Lecturas: Mago y cristal. La Torre Oscura IV (Stephen King)

 Este libro es un tumor, una enfermedad, un goce. Algo muerto, molesto, que se lee con desagrado, con hartazgo, con desinterés. Con fascinación. Algo que es un ladrillo sobre la mesa, que pesa en las manos, que te hace seguir las peripecias de Roland y de su enamorada Susan Delgado sin que te interese un carajo lo que se digan, lo que les pase, lo que sientan. Sintiendo que cada decisión narrativa de King es un error pero sintiendo admiración de cómo es capaz de porfiar en ellas página tras página y durante centenares de ellas. Si alguien lee esto, que me crea: huyan de la serie de libros de La torre oscura. Quien no hemos caído en la tentación de leer a Tolkien (a que va a ser eso), podemos prescindir de esta lectura. No merecemos estas páginas. Que son ingratas, que son estúpidas. Que son magistrales. Porque por mucho que desperdiciemos el tiempo y los ojos y los músculos del brazo sosteniendo estas 921 páginas, sintiendo que es un sinsentido lo que vamos experimentando, que todo es confuso y tedioso, a la vez captamos, por mucho odio que esta novela me cause, que cada página es un portento de estilo, que tiene un mérito altísimo la capacidad de inventiva de King para trasladar un mundo que parece real de tan preciso en su fantasía. Qué capacidad para dar vida a lo que está muerto, qué voluntad de creación para no tirar la pluma a un pozo. Qué paciencia la mía como lector, y la de ustedes para leer este desahogo.


miércoles, 3 de abril de 2024

Lecturas: Posesión (Stephen King)

Tal vez sea una rareza en el abrumador corpus de la obra de King. Al menos lo es llegado a este punto: una reescritura radical de otro libro, o el reaprovechamiento de personajes de otro libro contradiciendo sus circunstancias. El caso es que en el libro anterior, Desesperación, se contaba una historia en la que un puñado de desconocidos se veían sometidos a los designios de una divinidad malvada, Tak, en un pueblo del desierto, adueñándose del cuerpo y la mente de varios personajes. El policía  Collie Entragian (deudor del protagonista de El asesino dentro de mí de Jim Thompson, a quien estaba dedicada Posesión) es el más notorio de esos villanos poseídos por furor homicida. Desesperación fue escrita entre noviembre de 1994 y diciembre de 1995. La novela que aquí nos ocupa fue publicada en septiembre de 1996, y publicada a la vez que el otro libro, sin que tenga fecha de escritura. En todo caso, aparece firmada como Richard Bachman, autor de Rabia, La larga marcha, Carretera maldita, El fugitivo y Maleficio. Más adelante también firmará Blaze. Esta publicación simultánea hace posible una escritura también en paralelo. En todo caso, las referencias en un libro hacia el otro hacen que el orden preferente de lectura sea el que aquí respetamos. Lo que ambos libros tienen en común son la lógica, si es que así puede llamarse, de la posesión, ya que en Posesión es la ficción, la de unos personajes de una serie de dibujos animados, Motokops 2200, la que invade la realidad, sembrando la destrucción en un apacible suburbio residencial de Wentworth, Ohio, donde ahora residen los personajes que antes coincidieron en Desesperación, Nevada. Al fin y al cabo, lo que King nos propone es una variante de lo que ya hizo Philip K. Dick en las páginas de Ojo en el cielo, donde los personajes pasaban a compartir la visión de la realidad de otros personajes. King nos lleva a que las ensoñaciones violentas de un niño autista, Seth Garin (que no aparecía en la otra novela), seducido por la serie de televisión y su merchandising, pasen a ser reales y las cuatro carrozas-camionetas de los Motokops siembren la muerte en la calle Poplar. Esta vez Entragian es una víctima y no un verdugo, y el niño redentor Ralph Carver que en Desesperación tiene doce años tiene ahora seis, se llama David y es un niño más. Y ahora tanto él como su hermana y sus padres han intercambiado sus nombres. Johnny Marinville sigue siendo escritor, pero esta vez ha enderezado su carrera como autor de literatura infantil. Con esos mimbres, rediseñando otras vidas, dándoles una nueva oportunidad a algunos personajes, incluso los que ya murieron en Desesperación, y sacrificando a algunos que sobrevivieron en la otra ficción, King juega con nosotros. Y lo hace disfrutando, mezclando elementos que inserta como diarios personales, fragmentos de guiones de televisión, reseñas de prensa, cartas. 



El resultado es un libro extraño y fantasmagórico. Esta vez, Tak ha poseído una calle a través del alma perturbada de Seth Garin. Que no sale bien parado. Porque esta es una novela sin piedad y tal vez la más cruel de su autor. También la más extraña.