Me interesa mucho (a ver, soy español de este tiempo y no me es ajeno el destino de mi patria) la guerra de Secesión estadounidense. De ahí que comprara en una librería de segunda mano los dos volúmenes de esta rareza de Verne a quien llevaba cuarenta años sin leer. Encontrar al ojearlos los nombres de Jacksonville (un aeropuerto que he usado) y de San Agustín en Florida (un lugar fascinante en el que he sido feliz y al que sueño con regresar) me hizo caer en la tentación.
Publicada en 1887, es una de las obras menos conocidas de Verne, que rechaza esta vez la fantasía para volcarse en la historia y en la fantasía. La trama, situada en la guerra civil estadounidense, gira en torno a James Burbank, un rico plantador de Florida, abolicionista, que se enfrenta a la hostilidad de sus vecinos esclavistas cuando estalla la Guerra Civil. Su plantación, Camdless Bay, se convierte en el epicentro de tensiones merced a la saña de un villano villanísimo y español con el absurdo nombre de Texar, que la toma con la angelical familia Burbank. Hay combates, juicios, conjuras, identidades dudosas. También exploraciones por escenarios poco creíbles. Pero sobre todo hay demagogia a espuertas. Malísimos contra buenísimos. Pero también diversión. Algo es algo.
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