miércoles, 24 de julio de 2024

Lecturas: Falcó (Arturo Pérez-Reverte)

 El personaje no causa empatía. Tampoco lo pretende el autor. Por tanto, nada que objetar. A través de las páginas, seguimos a Lorenzo Falcó, señorito jerezano devenido en agente secreto al servicio del bando franquista en la Guerra Civil española. En algún lado leí una descripción del protagonista como "un agente secreto al servicio de sí mismo". Así es. Falcó trabaja para un bando pero sin entusiasmo. Aunque ello ponga en riesgo su vida y lleve a acabar con la de otros. Sin entusiasmo pero con un notorio sentido del deber. Como corresponde a alguien de su oficio. Esta vez la misión es colaborar en el rescate de José Antonio Primo de Rivera de la prisión de Alicante en la que fue ejecutado el 20 de noviembre de 1936. En la novela se respeta el hecho histórico, por lo que el fatalismo se impone a medida de que se avanza en la lectura. Sólo queda por adivinar cómo fracasará ese intento de cambiar la Historia. Sobre los planes, sin realizar, de liberar al líder falangista, hay un libro fundamental que puede estar en la base de esta ficción de Pérez-Reverte (véase aquí). En todo caso, en la operación en territorio enemigo, aparecen idealistas y agentes de dudosa fidelidad que aparecerán en la siguiente entrega de esta trilogía. 


Aquí, más que una novela histórica, asistimos a la lectura de una novela negra, que arranca con la muerte de una mujer en un tren (no a manos de Falcó) y sigue con escenas de tortura, otros asesinatos y una vibrante emboscada. A lo largo de las páginas, Falcó no manifiesta afectos pero sí una atracción meramente carnal hacia Eva Rengel que dará nombre a la siguiente novela de este ciclo. El estilo es seco, conciso. Sin adornos, sólo deslucido por algún diálogo que pretende llenarse de frases campanudas y que lo convierte en algo ridículo. Como artefacto literario, este libro funciona ejemplarmente. Pero no emociona. Algo que tampoco pretende Pérez-Reverte. Ni Lorenzo Falcó.

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