Laurent Binet es tonto. Poco más hay que decir. Eso es todo, señoría.
Escribir un libro como éste es algo innecesario. Vacuo, pueril. Tonto una vez más. Yo, tan amigo de las ucronías cuando están bien hechas, terminé llevando el ejemplar, nuevecito, y de camino el de su correcta novela sobre el asesinato de Heydrich, HHhH (2014) a un árbol del centro de Málaga donde la gente deja sus libros que ya no quiere dejar en casa. En origen, esa roca Tarpeya de papel se originó con los sobrantes chamuscados de la librería Proteo y después ha seguido así. Al día siguiente, se habían llevado ambos. Espero que a revender.
Lo que jode de este libro es que teniendo como asunto qué hubiera sido de Europa si los aztecas hubieran descubierto Europa es una soberano estupidez. Primero describe, cómo no, puestos a quitar méritos, la llegada de vikingos a las costas de Terranova para ir bajando hasta llegar al cono sur. Y dejando un culto sincrético que mezcla a la Pachamama con Odín. ¿Quieren más dislates? Pues llega Colón y termina cautivo, fané y descangayado. Y son los incas confabulados con los taínos de Cuba, Higenamota y Atahualpa, tanto monta, monta tanto, los que apañan lo que queda de los barquichuelos de Colón y se presentan en Lisboa con sus plumas y quetzales, tiran para Toledo y Granada (o Sevilla, lástima que largué el tochín) para a lo tanto descalabrar a Carlos V y a partir de ahí, liberando a la península ibérica de la funesta Inquisición, que díganme si no es suerte y llegar a tiempo pillar un Auto de Fe en pleno esplendor, oh yeah, y después llegan los aztecas que sí se comen a los niños y son muy malos y todo es concordia y paz y juegos florales gracias al Imperio Inca de Occidente (bueno, Oriente para ellos). Una soberana memez que termina con unas aventuras de Cervantes que tras pasarlas putas, y con la ayuda del Greco convertido en un ninja católico, tal cual, e incluso tras pasarse una temporadita gorroneando en casa de Montaigne, se embarca para las Indias.
Todo en un nivel tonto, ya les dije. Y que incluso tampoco es original, pues la historia de base, el descubrimiento precolombino de Europa ya lo trató el argentino Federico Andahazi en su novela El conquistador (2006). No es que el libro atufe a Leyenda Negra, es que es una paparrucha. Una gilipollez con páginas. Huyan. Y si eso, búsquense el de Andahazi y me cuentan. Peor seguro que no es.
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