jueves, 15 de noviembre de 2018

Lecturas: 4 3 2 1 (Paul Auster)


            Archie Ferguson muere de adolescente, Archie Ferguson muere joven, Archie Ferguson muere adulto, Archie Ferguson vive. Como los negritos de Agatha Christie, cada uno de los posibles Archies va desapareciendo a medida que avanza la novela, y al final sólo quedará uno. A resumidas, telegráficas, cuentas, esto es 4,3,2,1, lo último y muy ambicioso de Auster. Un libro que comienza contándonos cómo llegó el primer Ferguson a América, un inmigrante judío que en el barco decide dar como su apellido el de Rockefeller (juguetona y distópicamente, el Ferguson sobreviviente ve llegar a la Casa Blanca a Nelson Rockefeller) pero que al encontrarse con el agente de aduanas contesta, en yiddish, “IIkh hob fargessen” que es transcrito como “Isaac Ferguson” y que pasa a ser el abuelo de Archie, de los diversos Archies. Pues, en ese ejercicio por el que todos hemos pasado (en mi caso, qué habría sido de mi vida si mi padre hubiera emigrado a Argentina en los años 40, si el que hubiera emigrado allí fuera yo en 1990, si mi padre se hubiera ido a Italia con los soldados italianos que lo encontraron/rescataron durante la caída de Málaga en 1937, esas cosas), Auster nos ofrece, capítulo a capítulo, cuatro posibles vidas de Ferguson, a veces enamorándose de la misma muchacha, a veces siendo homosexual, con dos muertes repentinas y bruscas (una de ellas basada en una experiencia infantil de Auster relatada en su anterior libro, cuando en un campamento infantil un rayo fulminó a un niño junto a él), con diversos grados de riqueza o de estrechez, siempre en entornos neoyorquinos, y una etapa parisina, algo que coincide con la biografía del propio autor, y con una técnica narrativa que recuerda al gran Philip Roth.


                Este pasar de un Ferguson a otro, a veces con levísimas diferencias, hace que la lectura sea a momentos confusa pero siempre grata. Seguimos a Archie a partir de su nacimiento en Newark (la ciudad natal de Roth, ¿les suena?) en 1947 y a partir de ahí comenzarán las divergencias. El resultado es una novela que detiene su relato a comienzos de los años 70. Entre medias, deportes, escuelas, la copntestación a Vietnam, París.  Pero no es, no, la mejor novela de Auster. Ni la mejor de Roth con la pluma de Auster. Pero sí es una grata novela, ambiciosa y valiente. Y plenamente recomendable.

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