viernes, 23 de noviembre de 2012

Las buenas intenciones

            Un amigo muy querido ha colgado en Facebook un comentario en el que caía en la fácil oratoria de llamar genocidio a lo que Israel está aplicando a los palestinos. Estuve tentado de contestarle en ese mismo medio, entrando en una dinámica de discusión y confrontación. Se puede ser una excelente persona y caer en esos errores de apreciación, se puede ser inmensamente injusto creyendo defender la justicia. Ya lo formuló con meridiana sencillez alguien que, cito y recuerdo de oídas, pudo ser Voltaire: “Puede que ninguno de los dos tengamos la razón”.  El hecho es que la sentencia tajante de mi amigo me duele e indigna a partes iguales. Y tampoco pretendo tener la razón. No es cuestión de entrar en batalla, de enturbiar con mis razones las suyas. Opto, entonces, por escribir aquí mi punto de vista. Por si alguien (él incluso) lo lee, y es este comentario un mensaje en una botella arrojado al mar, esperando que alguien lo lea, no importa cuándo, y tampoco si es leído, y entienda los argumentos de este sionista (nunca he ocultado que lo soy). Como conclusión, y como punto de partida, digamos que la mucha propaganda, la mucha desinformación por tanto, está en la raíz de todo este asunto.






           En primer lugar, no puede ser llamado Genocidio lo que no lo es. Léase su definición. Aplíquese a lo que sucede. Fin de la cuestión. No hace falta aducir el caso de la Shoah/Holocausto. Ya lo hizo el necio de José Saramago con resultado asqueroso. Quien se atreva a repetir aquello del comunista portugués no debería leer el libro de Raul Hilberg La destrucción de los judíos europeos (Aquí, el libro), que basta por sí solo para desmontar las falacias revisionistas amadas por los neonazis y por el tirano de Irán, ni ver el escalofriante relato de Claude Lanzmann, sino simplemente ver, aunque no sea completo, el breve y clásico documental Noche y niebla de Alain Resnais. Pero no es de la Shoah, tan dolorosa, de la que quiero hablar. Vamos a lo de ahora, a lo de estos días, esta tregua entre las explosiones.

Shoah (Claude Lanzmann, 1986), subtitulada



Noche y niebla (Alain Resnais, 1955)

            Quien dude, puede bucear un poco en la red. No es preciso hacerlo en los libros, si no se quiere. En el caso de que se busque uno, puedo recomendar La tierra más disputada: El sionismo, Israel y el conflicto de Palestina, de Joan B. Culla.  Vayamos a los hechos sencillos. Existió un reino llamado Israel y un reino llamado Judea. Borrados definitivamente por los romanos. Nunca existió un reino o república o emirato o lo-que-sea llamado Palestina. Palestina es un término geográfico, no político. Por lo tanto, lo que se llevó a la práctica en 1948, la partición de Palestina en dos estados, uno judío y otro árabe, fue una restitución basada en derechos históricos. Los derechos históricos son también aducidos por los pro-palestinos. Nadie les niega, ni siquiera un sionista como yo, el derecho a vivir en ese espacio. Lo que defendemos los sionistas es el derecho a que exista el estado de Israel. No propugnamos el exterminio de los palestinos, arrojarlos al mar. Hamas, y sus grupos afines, sí piden justamente eso con los judíos, con los israelíes. ¿Os suena, además, eso de la Yihad? ¿Os acordáis del 11 de septiembre de 2001, del 11 de marzo de 2004? Pues eso. Ah, la mentalidad de los islamistas que hicieron esas matanzas sí es una mentalidad genocida.

Un paseo por Gaza

            Sigamos. El 14 de mayo de 1948 Israel cumplió lo aprobado por Naciones Unidas. ¿Qué sucedió en el lado árabe? Atacar al recién nacido estado judío. Cinco ejércitos contra las milicias israelíes. Venció Israel. ¿Qué pasó con los árabes?, ¿crearon su estado, ese estado que ahora reclaman? No. Un gran número se exilió a los países derrotados en aquella guerra de Independencia de Israel. Y los terrenos previstos para el estado palestino fueron anexionados por Israel y por Jordania. Oh, sorpresa. Quien le quitó a los palestinos su suelo, su estado, no fueron los repugnantes judíos sionistas. Fueron sus amigos árabes y musulmanes. De ahí vino el conflicto. Y vinieron acciones terrorista, y más guerras de varios países árabes a la vez contra el pequeño estado de Israel. Ganadas todas por Israel. De manera muy notoria la de 1967, con el resultado de que esa vez Israel se anexionó Gaza, Cisjordania, los altos del Golán y la península de Sinaí. Construyendo colonias en muchos de esos territorios, cierto es.

Golda Meir: Cuando los palestinos quieran a sus hijos
mas de lo que odian a Israel se solucionará el problema



            El Sinaí fue devuelto a Egipto a cambio de paz merced a los acuerdos de Camp David. Fue el comienzo de la política de “Paz por Territorios”. Damos otro salto, y vamos al 2005. Entonces se verifica el Plan de Desconexión por parte de Ariel Sharon, viejo soldado y héroe de la guerra de 1967, que como Primer Ministro hizo que Gaza fuera devuelta, aunque no en su totalidad, a la Autoridad Palestina, evacuando los asentamientos de colonos israelíes. Como experiencia piloto (si todo salía bien, el siguiente paso sería devolver Cisjordania). Paz por territorios, ya se sabe. Desde el lado palestino, se siguió atacando a Israel. Con cohetes primero artesanales, y ahora fabricados por Irán. ¿Qué haríais si vuestro país es atacado con cohetes de forma diaria? Yo, defenderme. Contraatacando. Es lo que ha hecho Israel. Simplemente. ¿Niños muertos, madres llorando, barbarie? Sí, son reales esos muertos. ¿Se deben condenar, lamentar, esas muertes? Por supuesto. Pero Israel no es la culpable única. Está comprobada la táctica de situar arsenales, y plataformas de lanzamiento de cohetes, entre instalaciones civiles como hospitales, escuelas o edificios de viviendas. Así, cuando Israel los ataque se garantizarán un buen puñado de niños, de mujeres, de civiles muertos para pasear los cuerpos ante las buenas conciencias para que escriban aquello de que Israel está haciendo un genocidio.


            Toda esta exposición es simplista y apresurada. Pero necesaria. Es una explicación del conflicto palestino-israelí apta para que la comprenda hasta un niño. Otro dato que no debe obviarse es que Ahmed Jabri, jefe militar de Hamas, asesinado por Israel al comienzo de esta escalada, fue responsable de numerosos crímenes. Entre ellos el abominable secuestro del soldado Gilad Shalit. Antes de la muerte de Jabri, y después, el lanzamiento continuado de cohetes es el que ha producido la respuesta de Israel. Es lo que tiene el jugar con fuego. Que te lo devuelven.



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