lunes, 29 de diciembre de 2025

Lecturas: Cómo nació el cristianismo (Antonio Piñero y Javier Alonso)

Soy cristiano. Católico, apostólico y romano. Practicante. Con un interés por el cristianismo primitivo, por el momento en que la acción de nuestro redentor nos llevó del judaísmo a lo que hoy conocemos como cristianismo. Del mismo modo en que yo he evolucionado espiritualmente tras décadas compartiendo los valores hebreos hasta llegar a esta plenitud serena. Como cantaría Hank Willisams, I saw the light:




Sencillamente. 


Disculpen esta confesión confesional. Y dada la fecha, vayamos al turrón.

Aquí, Piñero y Alonso parten de la imagen tradicional de un cristianismo que brota ya formada de la predicación de Jesús y desemboca sin sobresaltos en la Iglesia tal como la conocemos. Frente a ese relato simplificado, proponen una reconstrucción panorámica  que recorre desde las primeras comunidades hasta la institucionalización de una ortodoxia dominante. Una iglesia que, sostienen con razón, se debe más a San Pablo que a San Pedro.

Uno de los grandes aciertos del libro es dejar claro que, tras la muerte de Jesús, no apareció de inmediato “el cristianismo”, sino una constelación de comunidades con teologías, prácticas y agendas muy distintas entre sí. Helenistas, judeocristianos, gnósticos, los marcionistas y otros grupos conforman un paisaje plural en el que resulta más adecuado hablar de “cristianismos”, en plural, que de una única corriente homogénea. Los autores muestran cómo ese pluriverso de creencias se va decantando lentamente a través de conflictos doctrinales, decisiones institucionales y equilibrios de poder, hasta que una de esas corrientes acaba imponiéndose y canonizando su propia versión como la única legítima. La de Pablo. El cristianismo, tal como hoy se entiende, es el resultado de esa larga historia de debates, más que la simple prolongación de la predicación de Jesús.

Piñero y Alonso ponen al servicio del lector décadas de investigación sobre el Nuevo Testamento y el judaísmo del Segundo Templo sin caer en tecnicismos innecesarios. El aparato crítico está destilado en explicaciones claras que permiten seguir cuestiones como la relación entre judaísmo y comunidades paulinas, o el papel de figuras clave como Pablo de Tarso, Pedro, Esteban o Santiago “el hermano del Señor”. Este equilibrio entre profundidad y accesibilidad convierte el libro en una puerta de entrada privilegiada para quien se acerca por primera vez al tema, pero también en una lectura estimulante para lectores como yo. 

“Cómo nació el cristianismo” destaca así como una obra imprescindible de divulgación histórica: una síntesis cuidada, crítica y respetuosa que invita a pensar, a leer las fuentes ya situar la figura de Jesús y de sus primeros seguidores en su contexto judío e imperial, sin anacronismos ni simplificaciones. Es un libro muy recomendable para cualquier persona interesada en historia de las religiones, en cultura clásica o, sencillamente, en entender mejor el sustrato histórico de buena parte de nuestro imaginario contemporáneo.

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