Quien
esto escribe es, por convicción, y tras unos años –acaso demasiados- de
desviación hacia el Judaísmo, soy, decía, proclamo, católico apostólico romano.
De ahí que me interese sobremanera Jesús de Nazaret, su contexto histórico que
llevó de una herejía judía a una religión universal. Este libro que firman
Antonio Piñero y Eugenio Gómez Segura (que se centra en los cultos mistéricos
griegos) que incluye textos no poco meritorios de José Ramón Pérez-Accino
(sobre cómo la figura de Horus y la muerte de Osiris prefiguran en el antiguo
Egipto a Jesucristo e Isis puede ser una prefiguración de la virgen María),
Javier Alonso Pérez (con una más que notable introducción al contexto judío de
la Pasión) y Domingo Sola Antequera (sobre el tratamiento de la Pasión de
Cristo en el cine), debe la mitad de su extensión a Piñero, tal vez el más
destacado investigador español de la figura de Jesucristo. Que desmenuza lo que
sabemos e ignoramos de aquellas jornadas tomando como base al evangelio más
antiguo, el de Marcos, al que supone un texto previo, al que llama premarcano,
que servirá de fuente para el mismo y para los de Mateo y Lucas (y menos para
el demasiado tardío de Juan). Aquí, Piñero intenta, recurriendo a las diversas
fuentes, a la bibliografía y al método filológico, deslindar lo considerado
histórico de lo que es pospascual. Así, aplica el criterio de desemejanza o
disimiltud, el de dificultad, y el de atestiguación fehaciente, para llegar a
conclusiones esclarecedoras, como que Jesús no intentó fundar ninguna
religión nueva, sino profundizar y refinar la religión judía o que los
sucesos de Jerusalén no transcurrieron en una semana sino en un periodo de
alrededor de seis meses, siendo la entrada en Jerusalén en septiembre durante la
fiesta de Sucot para concluir durante la de Pésaj, siendo la última cena no una
de Pascua judía sino de mera despedida de los discípulos. Todo ello se
desmenuza y se narra con claridad, señalando datos asombrosos como que la
detención de Jesús se envió, según los evangelios, toda una cohorte romana,
compuesta por 600 soldados, lo que sirve para manifestar las inexactitudes y
exageraciones que anidan en lo que los cristianos seguimos a pies juntillas.
Es
una lectura necesaria, casi imprescindible, este libro. Como lo es, cada día,
la del Nuevo Testamento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario