martes, 6 de agosto de 2024

Lecturas: Los cipreses creen en Dios (José María Gironella)

 Tantos años viendo los tres tomos de Gironella en casas ajenas, los dos títulos primeros abracadabrantes para un niño (¿cómo va creer en Dios un árbol, y no son demasiados y en números redondos esos muertos?). Tantos años rehuyendo caer en ese gusto tal vez ramplón, tal vez anticuado, seguramente franquista, sin saber que daba la espalda a una posible obra maestra, tal vez a tres. Porque esta primera parte de esa trilogía lo es. Sin duda alguna. Y la pacata y variopinta familia Alvear, de Gerona, tiene vida propia con el padre, Matías, en la izquierda moderada, puede que krausista y algo escéptico, la madre doña Carmen Elgazu, católica a machamartillo y roma con una fe, y un carácter, algo bovina, el hijo mayor, Ignacio, algo tarambana y desnortado, el hijo segundo, César, dechado de santidad y la hija, Pilar, efervescente. A todos ellos los rodean una serie de elementos que caerán en el extremismo, desde el Responsable anarquista, el comisario Julio García con apuntes de comunismo, los utópicos extremistas David y Olga, el falangista Mateo, el chequista Cosme Vila, el pelele rojo Gorki y tantos otros. 



Este caleidoscopio, escrito sin entrar en soflamas patrióticas, entre 1949 y 1952, es un prodigio literario, un ejercicio de generosidad que describe tanto la pasión de las izquierdas como la de los derechistas. El resultado catastrófico de la II República española, a la que se sigue en su deriva desde unos días antes de su proclamación hasta el 30 de julio de 1936, se contempla desde las dinámicas enfrentadas de los extremistas de ambos extremos, con el fatalismo de su resultado detestable. Basta con leer las opiniones de los lectores para comprobar que cuanto dice Gironella tiene un eco en nuestros días, casi una premonición de otro desastre. Lo que hace necesaria esta lectura y convertirla casi en un deber ético y político. Según la propia editorial, es La novela española más leída del siglo XX. Parece mentira, entonces, que hayamos olvidado este aviso. Españolito que vienes al mundo...

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