Recientemente estuve en Argentina (mi segunda patria que en momentos de desánimo se convierte en la primera). Allí era asunto de conversación el miedo a un triunfo electoral de La Libertad Avanza, el movimiento libertario, anarco-capitalista, encabezado por Javier Milei. De un populismo bronco y antisistema, rico en exabruptos y tintas cargadas, Milei es comparado con facilidad con Hitler, en cuanto valiéndose de la democracia para llegar al poder es capaz de eliminarla o mutilarla. Y es común escuchar "como gane, me voy del país". Despierta más miedo que esperanza, y sus ideas, que van desde la eliminación del Banco Central, la libre portación de armas o la permisividad ante el tráfico de órganos, son como mínimo inquietantes. En las elecciones de fin de año las encuestas le dan la tercera posición, o tal vez la segunda, arrebatándole al peronismo gobernante la posibilidad de participar en una segunda vuelta. Las irregularidades de su partido, en el que todo indica que, y este libro lo argumenta, las candidaturas se venden al mejor postor, pueden llevarle a convertirse en un candidato anecdótico, pintoresco. Pero también puede remontar y convertirse en la gran tragedia, más que esperanza, argentina.
González desmonta al personaje desde dentro, a partir del testimonio de quienes fueron sus valedores y finalmente enemigos. Como Yamil Santoro, cabeza del grupúsculo Republicanos Unidos:
—Hubo una tormenta perfecta entre lo bizarro, lo kitsch, el odio, y el desequilibrio. ¿Cuántos políticos tenés que pongan un sentimiento de verdad arriba de la mesa cuando hablan? Javier es psiquiátrico, está humanamente roto y por eso es tan potente. Si uno quiere impostar la mitad de las cosas que hace Javier llega un momento en que no sos creíble. Cuando Javier se pone loco se pone loco en serio, porque es Javier sublimando el odio a su padre en el Estado y en la política. Está roto y ese odio es de verdad, entonces empatiza con la gente que está enojada.
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