Ojalá no me equivoque: ésta es la novela peor de Stephen King. Y sin embargo está llena de virtudes, está excelentemente escrita. Pero es una estupidez de libro, algo que los admiradores de King hubiéramos preferido que no escribiera. Aquí está el mejor King, el que ves capaz de inventarse un pueblo de Maine, Haven, que nos mete en la vida detallada de sus vecinos, haciéndonos empatizar con ellos. Algo muy King. Pero es justamente esa habilidad, esa virtud, es la que termina volviéndose contra la propia novela. Sigues a un personaje (a muchos), metiéndote toda la información, reteniéndola ante la creencia de que es importante, para de pronto decirte, en un pispás, que es un marciano hijo de puta y muere. Así es el último tercio del libro, que se te desinfla entre las manos dramáticamente, diciéndote que es un suicidio narrativo, que King no puede levantar un maravilloso y detallado castillo de arena para pisotearlo tan apresurada, insensata e injustificadamente como hace. Ya no valen las comparaciones con La invasión de los ladrones de cuerpos. No, no es Haven habitada por paisanos que han surgido de aquellas vainas. No: es la estupidez sin más, la incapacidad de King (en plena época de adicciones, es verdad: pero también entonces escribió Misery, y tras este desastre compuso la muy deleitable La mitad oscura). Alguien con tanta experiencia no puede permitirse errores como este, que dejan a obras fallidas como El ciclo del hombre lobo y Los ojos del dragón como meras obras menores, no como retrocesos en una trayectoria brillantísima. Esperemos que no se repita.
Vuelvo a estar de acuerdo contigo. Ésta es la novela que menos me ha gustado de SK con diferencia. Recuerdo que llegué a pensar que yo no la entendía, que se me escapaba algo, porque me resultaba aburrida e incomprensible, y me parecía imposible que SK fuese nada de eso.
ResponderEliminarPero en fin, hasta el mejor escribano echa un borrón.
Hay que tener en cuenta que es en la época en que King le daba por igual a la cocaína y al Listerine (sí, se colocaba con colutorios). Y parece que se dejó llevar por el pulp que tan excelentemente había analizado en "Danza macabra". Espero que en lo mucho que me queda por leer de Esteban Rey no vuelva a caer en simas como ésta.
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