Nada nuevo para quien ya conozca las desdichas de aquel tiempo, los crímenes en nombre del pueblo. Pero aquí está todo aquello, sistematizado, explicado, como quien pone los ataúdes, los millones de féretros, perfectamente alineados. Veremos sucederse los arquitectos del miedo, los dueños de la muerte, unop a uno, y así, con el asesino inverosímil y sonriente que siempre fue Stalin, asistiremos a la sucesión de Dherzinsky, Menzhinsky, Yagoda, Yezhov y Beria. Sangre y más sangre, horror y más horror, hambre y explotación. La famélica legión convertida en legión de asesinos, en vivero de carne para pulverizar. Para quienes aborrecemos del comunismo, aquí hay razones para huir de esa alucinación infantil que, confieso, también me aquejó en la mocedad.
Ahora, con la distancia, parece que no fue tanto. Al fin y al cabo, tan lejos Rusia (o tan lejos la martirizada China de Mao), al fin y al cabo para demonio ya tenemos a Hitler, que además fue derrotado. Leamos (nos referimos a la política estalinista de comienzos de los años 30, su intento de colectivización forzosa del campo): El holocausto de los campesinos soviéticos sólo encuentra parangón con el asesinato de los judíos por orden de Hitler. Pero para los supervivientes de la campaña de Stalin no hubo ningún Israel ni ningún otro lugar al que huir. Nadie protestó ante lo que estaba ocurriendo. Los campesinos supervivientes, por lo demás, permanecieron esclavizados durante dos generaciones [...] El raquitismo, el escorbuto y la disentería mataron a muchos niños; muchas zonas perdieron a más de la mitad de la población infantil menor de un año.
618 páginas bien fundamentadas, en las que se consignan aquellos hechos que algunos dan como si no hubieran sucedido. La famosa superioridad moral de la izquierda (de cierta izquierda en la que cree gente que estuvo muy cerca de mí). El horror, el horror. Y la ignorancia.
A mí todavía se me eriza la piel cuando oigo La Internacional. Rescoldos de mi comunismo juvenil ( milité en la ORT).Y sin embargo, ahora sé que la historia del comunismo está hecha de sangre y dedolor. Empezaron en 1917 matando niños (los hijos del zar) y así no podía, no puede lograrse nada bueno. Debe de ser muy difícil despojarse de revanchismo y odio visceral cuando se han sufrido tantas privaciones y humillaciones históricas, pero es la única manera. La lucha de clases, la dictadura del proletariado son errores monstruosos que ya estaban presentes en Marx y Engels, aunque es verdad que ellos nunca hablaron explícitamente de matar opositores. Hoy vemos en los populismos actuales mucho afán de desquite, un gran mesianismo redentor y una omnipresente vendetta social. Son las bases de un nuevo sufrimiento generalizado (como pasa en Venezuela). Sin altura de miras, perdón, reconciliación, grandeza y afán superador no se consigue nada útil.
ResponderEliminarSandra Suárez