miércoles, 9 de agosto de 2017

Lecturas: El espejo blanco. Viajeros españoles en la URSS (Andreu Navarra)



Mi lecturas rusas y soviéticas vienen de antiguo, pero mis ocupaciones en la Colección del Museo Ruso San Petersburgo/Málaga me llevan a incidir en ellas. Esta vez fue un coloquio entre Elvira Roca, amiguísima desde siempre, y Andreu Navarra, a propósito de la rusofobia y la rusofobia, lo que me llevó, a posteriori (lo confieso) a sumergirme en ambos libros. Sumamente incitado por la amenísima cena que con ambos tuve y con el amigo y compañero ideal que es Ignacio Jáuregui. Andreu, con su aspecto joven (que lo es, sobre todo comparado conmigo), su verbo directo, su conversación de colegas de toda la vida, choca con su libro, docto y sumamente documentado. Navarra se ha leído casi todo lo que los españoles que en su día pasaron por la URSS y muchísimo e lo que contaron los que conocieron la Rusia imperial. Con una exposición clara, certera, apasionada cuando debe serlo (como cuando confronta los méritos de los libros sobre la experiencia soviética a cargo de Luiza Iordache, que no tiene complacencias con los matarifes del martillo y la hoz, y Natalia Kharitonova, tibia y cobarde en el rechazo), Andreu Navarra recorre las visiones de unos y otros, desde los que buscaron por curiosidad qué podía haber de nuevo o de bueno en el experimento soviético, a los que fueron a por adoctrinamiento y recetas para importar en España, los socialistas que supieron espantarse a tiempo, los catalanes (con un insospechado Josep Pla entre ellos) que iban a bichear la cuestión de las (pluri)nacionalidades, los comunistas allí atrapados tras la guerra y sus putaditas asesinas entre ellos, los divisionarios arrogantes y a menudo cerriles, y los viajeros (Montserrat Roig, Vázquez Montalbán) de los últimos años de la URSS. Por medio, figuras como Julián Juderías, el tan querible Chaves Nogales, la rescatable Sofía Casanova. Y Dionisio Ridruejo, de quien rescato una cita sobre el destino atroz de los judíos rusos durante la Guerra: Aún en Radozscovice he visto pasar pasar un grupo de judíos, marcados, abatidos, con la mirada vaga. No sé de dónde ni hacia dónde. Pienso, mientras siento una gran piedad, que una cosa es la formulación de la teoría y otra la de los hechos. Comprendo la reacción antisemítica del Estado Alemán. Se comprende por la historia de los últimos veinte años. […] Pero si esto –e incluso las articulares razones nazis– se comprende, deja de comprenderse tan pronto como nos encontramos, en concreto, cara a cara, con el hecho humano: estos judíos traídos a Polonia o extraídos de ella que sufren, trabajan, probablemente mueren. Si se comprende no se acepta. Ante estos pobres, temblorosos seres concretos, se hunde la razón de toda la teoría.

Un libro, pues, que no es una apología atolondrada ni una condena a la manera azulenca del Rusia es culpable. Hay aquí mucha inteligencia y mucha capacidad de exponer la complejidad de esos años blancos y rojos. 


2 comentarios:

  1. Lo mejor para conocer la situación de los españoles atrapados en la revolución rusa es leer "El maestro Juan Martínez que estuvo allí", de Manuel Chaves Nogales.

    Sandra Suárez

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  2. Lo mejor para conocer la situación de los españoles atrapados en la revolución rusa es leer "El maestro Juan Martínez que estuvo allí", de Manuel Chaves Nogales.

    Sandra Suárez

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