miércoles, 7 de enero de 2015

Lecturas: Condenada (Chuck Palahniuk)

El mal, el mal. Que es el tema secundario de este libro. Y es lo que sucede hoy en París. La barbarie de siempre, la estupidez de tantos siglos. De los que repiten eso del Corán 08:39 “Combatid contra ellos hasta que toda la oposición termina y todos se someten a Allah” Pero quiero llegar a viejo, aunque eso me llegue en el hipotético y quimérico Gulag español. Es lo que nos amenaza el destino: que te corten la cabeza, o cortarme la coleta de la libertad por no adorar la de la opresión. No comulgar con lo que el gran orate dice hoy en Twitter: "El Pentágono y la OTAN bombardean y destruyen países enteros, asesinan a millones, cada día.D verdad esperamos q no hagan nada?" Pero no quiero perecer, aún no, por no creer en falsos dioses, por no adorar falsos ídolos, por no renunciar a mi libertad aunque ahora tenga que hacerlo y contenerme.


Pues nada, vayamos a Palahniuk que me ha vuelto a asombrar (bueno, a entretener) con una ficción de las suyas, de barracón de feria y mugre y desdicha y tontería. Esta vez es la confesión de una pre-adolescente que desde sus eternos trece años nos cuenta cómo es la vida en el Infierno tan temido, donde los demonios de toda cultura ejercen de lo suyo y basta mearse en una piscina más de tres veces o cualquier otra memez para merecer habitar en el averno. Como siempre, habrá un giro más o menos sorprendente y macabro, nuevamente hay placer, un placer ligero, en la lectura. Un final en exceso ambiguo y abierto e insatisfactorio. Y una constancia que es más bien intuición: Palahniuk es un moralista, y de lo que siempre escribe es del bien y el mal y sus consecuencias. Que Dios (o Satanás) lo bendiga (o lo maldiga).


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