sábado, 19 de abril de 2014

Lecturas: El viejo y el mar (Ernest Hemingway)

Lo que son las cuentas pendientes. Un Hemingway especialmente popular que uno va dejando y dejando, y cuando me lanzo resulta que era mejor no haberlo leído y quedarse con la imagen de Spencer Tracy en una película que nunca vi pero que supondré con un buen guión. Vale que son pocas páginas, vale que son letras grandes, vale que lleva (una edición de quiosco de Seix Barral de hace 30 años) dibujos a toda página malos y tontos. Todo eso acepto como pescado de compañía. Pero aburre todo ese cuidado técnico por las artes de pescas, hasta el punto de que este lector se siente como un intruso colado en un congreso de pescadores. La historia no es sino una fabulita para colar la moraleja: "Pero el hombre no está hecho para la derrota -dijo-. Un hombre puede ser destruido, pero no derrotado". Tal cual. Resumiendo la fábula, y la propia experiencia de su lectura, recurriré a una fatalista expresión malagueña: "Tó pa' ná". 


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