Hubo un tiempo en que los libros de Dan Brown cumplían lo mínimo que se le puede pedir a un libro: que no te aburriera, que fuera sumiso en las manos y que respondiera con cierta bondad al detalle que tenemos al abrirlo, al decir "bueno, muchacho, a ver qué me ofreces". El resultado era el equivalente de ver una película sin pretensiones y con mucho efecto especial, puro rato de palomitas. Eso ha ido pasando, con peor o mejor fortuna, con todos sus títulos (véase la crítica deslenguada que en su día publiqué de "La fortaleza digital" y que en un plisplás recuperaré aquí). Pero no con éste, "Inferno". Hasta Javier Sierra (que ya es decir) supo hacer algo entretenido con el Renacimientop italiano en la sobrevalorada "La cena secreta". Pero Brown cae aquí en la monotonía, en creer que decidir escenarios interesantes (Florencia, Venecia, Estambul) basta para que el lector poco exigente se dé por satisfecho. Nada de eso. Aquí, todo es pocas ideas, pocos datos, información somera. Desgana. Comercio. Aburrimiento. Las palabras manidas de Dante, que aquí se repiten con desgana, las de dejar toda esperanza por parte de los que entren, deberían haberse usado aquí no como cita introductoria, sino como aviso para los lectores.
Toda posible novedad ha sido dejada fuera por el desganado Brown, que aquí también incurre en despistes, en fallos de racord como cuando cuenta que Langdon descubre que Sienna Brooks está calva en una escena anodina para volver a descubrirlo un puñado de páginas más tarde en otra escena igualmente tonta. Y si para su conveniencia tiene que meter a mujeres en burka (no con hiyab ni niqab, burka a la manera afgana) en Estambul, lo hace. Y es más, mete como figurante en esa ubicación a un hombre vestido con una elegante túnica y turbante. Un auténtico moro de opereta. Cosas así son las que te hacen desesperar con una novela que en manos más hábiles (lo dicho, y perdóneme Dios, las de Javier Sierra) hubiera evitado convertirse en un tocho indigesto y lento y tonto y otra vez tonto de 633 páginas. El libro me acompañó a un viaje lejos, con vuelos largos y aburridas noches de hotel. Ni así consiguió que me interesara por él. Lo que en otras ocasiones fueron tres o cuatro días de alborotada lectura se convirtió en algo tan lento y apasionante como la Constitución de cualquier país desdichado. Un asco, un horror. Un error. He dicho.
Interesante tu punto de vista, sin embargo a mi personalmente el libro me atrapó y me lo leí en 5 días... Luego se me ocurrió hacer un blog sobre los lugares y las pinturas (ilustraciones) para hacer más amena la lectura de otras personas. Puedes entrar al blog en el siguiente enlace: Lugares y pinturas tras el libro Inferno de Dan Brown
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