Fue en los años ochenta del pasado siglo cuando esta novela fue recuperada. Escrita en los primeros compases del exilio argentino de la autora, encaró la redacción como un ejercicio de exorcizar los fantasmas del desastre colectivo. A través de su protagonista, una Celia adolescente convertida casi en aya de sus hermanas. La llegada temprana al mundo adulto es el momento también de la masacre. Sin sentimentalismos, veremos caer bajo las balas del propio bando al que Celia pertenece, adscribible en su caso y por vía paterna a Izquierda Republicana, a inocentes. Sabremos del hambre, de lo paseos, de los bombardeos. Lo dice Celia: A veces los mayores hablan de cosas que no entiendo, pero yo sé que algo grande está pasando. Esta frase condensa el desconcierto de los más jóvenes ante un conflicto que está más allá de su capacidad de comprender, pero que les afecta muy directa y cruelmente.
