miércoles, 30 de septiembre de 2020

Lecturas: Agente provocador. Volumen 1

Antología de ideas radicales y asombrosas. Una historia secreta de nuestro tiempo. Así reza el subtítulo de esta recopilación de entradas del blog de la revista madrileña Agente provocador. La revista es un prodigio de rarezas y de diseño sorprendente. Este volumen es un delirante recorrido por este mundo extraño desde finales del siglo XIX. 117 artículos, ilustrados, se distribuyen por secciones dedicadas a lo extraño, los sucesos españoles, las tribus urbanas, el arte, la política y el punk. Aquí y allá, personajes poco conocidos y sorpresas. Desde pioneros de la astronomía, estrellas del guiñol, predicadores enloquecidos, reliquias de santas, historietas fundamentalistas, libros bomba, brujas, naufragios, magos, neofascistas que asaltan la casa de Massiel para escribir "Beethoven sí" sobre un piano, cuplés antiracistas, Valle-Inclán a bastonazos, revueltas diversas, curas armados, un encuentro con Leopoldo María Panero, curas rockeros, subcultura soviética. Y así a lo largo de 395 páginas que se leen casi solas. Una delicia.  



domingo, 13 de septiembre de 2020

Réquiem por Fernando Moreno Robledo


El escultor hispano-francés Fernando Moreno Robledo murió hace algo más de una semana en su país de adopción. Era primo segundo mío, un artista de mucho talento y, ante todo, un hombre sencillo, cariñoso y bueno. Me mantenía al tanto de su proyecto para instalar, a tamaño gigante, sus hormigas en la 
Torre Eiffel, de cómo la alcaldesa Anne Hidalgo había dado había dado su beneplácito, cómo el inicio del confinamiento le encontraba de buen ánimo. Una llamada telefónica de un tío suyo, Joaquín Moreno Arroyo, que le orientó y acogió y ayudó en sus primeros años en París, me contó de cómo una infección pulmonar le llevó a un hospital, de cómo estuvo luchando, de cómo perdió el combate. Algunos veranos volvía en vacaciones a su ciudad natal, quedábamos a cenar en la calle o en casa, charlábamos sobre nuestras experiencias, sobre lo humano y lo humanísimo. Fue alguien que consagró su vida a la creación y a la docencia. Y a la decencia. Ya no podrán repetirse esos encuentros. Rebusco entre mis archivos y encuentro el artículo que le dediqué en Sur hace ya quince años. Sirva de homenaje hacia Fernando Moreno Robledo, el primo Fernando tan querido. Tan añorado.


FERNANDO MORENO ROBLEDO, 

LA AUSENCIA TAN LEJANA 



A veces uno se pregunta qué hubiera sido de Picasso si se hubiera quedado en Málaga en vez de dirigirse a Barcelona y de ahí a París (La Coruña, donde se inició como artista, no ofrece posibilidades sugestivas). E incluso si en vez de instalarse en París lo hubiera hecho en Alemania o en Londres (lugares que también le interesaban). O ya puestos si Hitler se hubiera dedicado sólo al arte, como era su deseo primero. Este tipo de ejercicio, inútil pero apasionante, me surge cuando pienso en Fernando Romero Robledo (Málaga, 1950) se hubiera quedado en su barrio natal de El Ejido (el lejío, dicho en malagueño de siempre) y tras sus estudios de modelado en la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos de Málaga se hubiera quedado aquí. Seguramente hubiera sido una versión modernizada del angelical Pimentel, o un Berrocal sin cosmopolitismo. Quién sabe. El dato clave es que escultores de su generación apenas tenemos, y Romero Robledo siguió, como Picasso, su carrera en Francia. 

Fernando Moreno Robledo:
La grande enjambée (2008)


Su vida artística iba por buen camino en esa Málaga nuestra de sol y desarrollismo, de tardofranquismo, años en que, entre 1969 y 1973, Fernando expone aquí, pero también en Ibiza, Madrid, Sevilla, Jaén y Bilbao. En 1973, año de la muerte del demiurgo que abre este texto, es cuando su vida da el quiebro definitivo. Es entonces cuando hace su primera exposición individual, en el viejo Museo de Bellas Artes (hoy, otra vez los paralelismos, dedicado a Picasso) y cuando abandona su ciudad para instalarse en París. Y allí trabaja como asistente del escultor Émile Gilioli (1911-1977) y realiza estudios en la Escuela Nacional Superior de Bellas Artes de París. 


Fernando Moreno Robledo:
L'homme gris (1970-2007)

Allí su vida, desconocida para sus paisanos, participa en numerosas exposiciones colectivas y expone de forma individual en París y en el departamento de l’Essonne, a la vez que hace numerosas obras para espacios públicos (en Evry, en Essonne, en Boulogne-Billancourt, en Bondoufle...) en una variedad de técnicas y estilos, y hasta de materiales, como sólo se da en los escultores (los pintores, por lo general, siguen siempre una misma línea de la que raras veces se apartan). Esa versatilidad es precisamente lo que caracteriza a Fernando, una síntesis de tradición y modernidad en la que es la última la que predomina. Hay en él abstracciones, pero también ha asimilado el lenguaje del mejor arte europeo de las últimas décadas, desde el venerable Brancusi hasta el pop de Niki de Saint Phalle o la angustiante humanidad de Alberto Giacometti. Moreno Robledo, que es como suele firmar, se ha convertido, queriéndolo o no, en un artista francés, pese a su media vida y sus raíces, sólidas y malagueñas, en la que el patriarca de la familia, su padre Fernando, es una especie de santo laico y una de las personas de mayor calidad humana, lindante con lo heroico y por supuesto metido de lleno en la ejemplaridad, que habitan nuestra ciudad. 

Fernando Moreno Robledo:
Homenaje a Brancusi (2002)

Pero aquí hablamos no sólo de personas, sino también de arte. No diré entonces que Fernando es tímido y modesto y que lleva quince años enseñando escultura en la ciudad francesa de Evry. Hay una ausencia, de alguien tangible, en su obra. Yo sé de quién, pero no lo diré. Prefiero que la mirada no condicionada del espectador perciba o no lo mismo. No hay rostros, hay una sensación que va entre la celebración de la vida, con sus espirales y ondas, y también una melancolía secreta que no sé si tiene unos apellidos o el nombre de una ciudad soleada al sur del sur. Son cosas de la mirada. De la polisemia, dirían los más doctos, que posee el gran arte. Yo, más simple, diría que del cariño que le tengo a esta persona. Decidan ustedes. Y descubran al artista malagueño desconocido (entre los suyos).