sábado, 30 de abril de 2022

Lecturas: La nueva Rusia. Nada es verdad y todo es posible en la era de Putin (Peter Pomerantsev)

 El 24 de febrero de 2022 comenzó la Tercera Guerra Mundial. Suena a frase de inicio de Terminator 2, lo sé. Pero así es. Toda esta locura irá a mayores. Los soviéticos (no es ninguna errata, ay) van a seguir a lo suyo, y llegará el día en que los nazis se expandan por toda Checoslovaquia (no, sigo sin caer, ay ay, en la brocha gorda ni la chapuza) y lo próximo a invadir sea Polonia, y ahí ni Sociedad de Naciones ni pollas. Bienvenidos al Apocalipsis en capítulos, en cómodas entregas. As seen on TV.



Por ello la lectura de este libro conviene. Porque por mucho que sea de 2017, y ahora reeditado en marzo, hace unos días, cuando los bombardeos y las masacres, sirve para conocer al enemigo. Porque igual que cuando entonces, Rusia es culpable. Y que Dios (ahora que puedo) nos pille confesados. Confesadas. Confesades. ConfesadXs. Qué tiempos, amiguitos, de furor y estupidez. A tale told by an idiot, full of sound and fury, signifying nothing.

Así, esta crónica de la vida rusa desde el mundo audiovisual en el que Pomerantsev, hijo de rusos exiliados en la fase terminal de la época soviética, narra con mirada critica esa sociedad idiotizada, nos encontramos con pasajes que son auténticas radiografías que nos muestran el cáncer en el interior de la sociedad. Vale citar en extenso:

Cierto, Rusia tiene elecciones, pero la "oposición", con sus líderes casi de chiste, está diseñada y fundada de tal manera que en realidad fortalece al Kremlin: cuando los comunistas de rostros congestionados y los nacionalistas que escupen al hablar discuten en los programas de debate político, el espectador se queda con la sensación de que, comparado con esa pandilla, el presidente es el único candidato cuerdo. Y también es cierto que Rusia cuenta con organizaciones no gubernamentales que representan a todo el mundo, desde los ciclistas a los apicultores, pero a menudo son creadas por el Kremlin, que las utiliza para impulsar una "sociedad civil" que le es siempre leal. Y aunque oficialmente Rusia tiene un mercado libre con megacorporaciones que emiten sus OPV de récord en las bolsas globales, la mayoría de los propietarios son amigos del presidente. O son oligarcas que se comprometen oficialmente a que todo lo que es suyo es también del presidente cuando lo necesite: "Rodo lo que tengo pertenece al estado", asegura Oleg Deripaska, uno de los hombres más ricos del país. Rusia no es un país en transición, sino una especie de dictadura posmoderna que utiliza el lenguaje y las instituciones del capitalismo democrático para fines autoritarios.



Sólo este pasaje justifica la lectura de este libro, previo al estallido de la locura criminal de Putin y de la resistencia al invasor del pueblo ucraniano (Slava Ukrainy!), y posterior a la anexión ilegal de Crimea. Se nombra, ya entonces, la acusación de fascismo a las autoridades ucranianas como un lema con el que entontecer y persuadir a un público idiotizado por la propaganda y el entretenimiento de una televisión majara en un país donde se elimina y lamina a los que no rinden pleitesía pecuniaria o política al orate con el botón rojo. De esos abusos del poder, entre modelos suicidas y moteros oficialistas y xenófobos, oligarcas de la ostentación y vidas arruinadas, da cumplida cuenta este libro que, ante los horrores del hoy, se ha quedado antiguado, convertido en un aviso de cómo es el enemigo. De esa nueva Rusia que, ya he dicho, es culpable.