domingo, 30 de enero de 2022

Lecturas: El pistolero. La Torre Oscura I (Stephen King)

 Vale que a King se le ocurriera una frase, con la que comienza este libro y su larga saga, años antes. Aquella de El hombre de negro huía a través del desierto, y el pistolero iba en pos de él. Tampoco es que sea lo del coronel Aureliano Buendía, el paredón y el hielo. Ni lo de la heroica ciudad que dormía la siesta, nada de eso. Hay una mitificación de esta frase, este inicio, que no es especialmente brillante que hace incomprensible su prestigio. Dejemos claro esto de entrada: ese comienzo es una birria y mejor es dejar de dar la murga con él. 


Pero más allá, a medida que la lectura, se nos descubre un libro fascinante, un mundo extraño en el que un niño actual (bueno de 1982, que es cuando se escribió) aterriza en un paisaje que se parece al Lejano Oeste, con ramalazos de organización social medieval, donde los Beatles ya han existido, así como la energía nuclear y los dispensadores de gasolina, en el que la magia, los milagros mismamente, incluida la resurrección, existe y hay lo que parecen zombies (los mutantes lentos) y no hay moral. Todo con una escritura que no parece la de King, que esta vez escribe con aparente felicidad, permitiéndose moverse por la ficción sin normas y con un estilo, entre el lirismo y el realismo descarnado, que me recuerda, con ese paisaje del Oeste, a la de Tom Spanbauer y aquella remotísima obra maestra que fue El hombre que se enamoró de la Luna. El pistolero, a quien encontraremos vertebrando, supongo, esta serie de siete libros, se permite sacrificar, con impasibilidad a una persona a quien el lector suponía que iba a proteger a toda costa. No es un personaje lleno de honor. Es un superviviente más en esa tierra baldía. 

En todo caso, más allá de quien sea el hombre de negro o el pistolero y la torre oscura, esta novela cargada de prodigios y presagios, de inminencias, promete un recorrido que a buen seguro no se parece a ningún otro. Y aunque King, en la huida-persecución del niño Jakje y del pistolero (Roland Deschain de Gilead es su nombre de resonancias artúricas) sobre las vías del tren remitan a lo ya leído en el relato El cuerpo incluido en Las cuatro estaciones, sin embargo promete, y es una promesa que tiene su aquel, ser lo menos King posible y ser otro. Un autor de fantasía pura y libre en vez de un autor realista de terror. Iremos viendo en este blog en qué resulta esa promesa.

sábado, 29 de enero de 2022

Lecturas: Sabato. El escritor metafísico (Pablo Morosi y Sandra di Luca)


 Se hace raro leer una biografía de alguien que uno ha conocido de cerca y comprobar que el personaje, la persona, era justamente como sale en esas páginas y descubrir algunos detalles que no conocía. Morosi y di Luca han hecho una excelente investigación, sin rehuir las contradicciones tan propias de Sabato y los años oscuros en que ya había perdido, el pobre, la cabeza y fue manejado por algunos desaprensivos. Yo fui una de las fuentes para escribir esta biografía, y puedo dar fe de lo minucioso y crítico que Morosi fue. Tanto que una de las historias que podía haber incluido y de la que la única fuente era yo, la dejó fuera al no poder contrastarla, por atractiva que la historia fuera (el lector curioso encontrará esa historia de amor insatisfecho con Ulrike von Kü
hlman en otras entradas de este blog), lo que por mi parte me parece óptimo. Desde la imparcialidad, Mori y di Luca entran en las múltiples facetas de uno de los más populares y controvertidos escritores argentinos. En su capítulo, de título bien elegido, "Ojos que no ven" entran en ese momento en que la ceguera interfiere en su vida y en que juega a ver y no ver, a nadar y guardar la ropa, pero también al chapuzón vestido, de los años de la dictadura militar de Videla. Y se descubre cómo se dejó manejar y mimar por el malhadado matrimonio Kirchner y dejó empeñar su buen nombre, ya a título póstumo, con una fundación con su nombre regida por su última compañera (no esposa, ojo, lectores españoles) que entrará en conflicto con el museo en el que su hijo y nietos convirtieron la humilde casa de Santos Lugares (mi pueblo, mi barrio, en Argentina) que son los que, son duda, tienen la razón y el honor. Ciertos rasgos y detalles que Morosi y di Luca señalan como transmitidos por los más íntimos del autor me han servido para comprender que, tras cuantos años, yo también lo fui. Quien quiera saber cómo fue Sabato y su vida, que no busque más: aquí está, en esta biografía certera y bien documentada.



sábado, 15 de enero de 2022

Lecturas: El ciclo del hombre lobo (Stephen King)

 No puede ser tan malo. Diría cualquier lector. Está excelentemente narrado. Diría cualquier lector. El caso es que nos encontramos con el que algunos tildan de peor libro de King. Yo diría que el más endeble, el más previsible. Con bonitas ilustraciones de Berni Wrightson, y dividido en doce someros capítulos que recorren los meses del año, asistimos a la aparición de un hombre lobo y sus cruentas merendolas, el desvelamiento de su identidad y su aniquilamiento a manos de un niño en silla de ruedas. Sólo la suspensión de la incredulidad, mantenida con magnanimidad página a página, puede salvar a este libro. O sus ilustraciones. Buscando razones para el fiasco, sólo encuentro dos: la de un intento de King de acercarse a un nuevo mercado, el de los jóvenes adultos (el infantil y juvenil de antes de la neolengua, vaya) o intento conseguidísimo de hacer literatura pulp, facilona, popular, sin honduras. Más en el espíritu de los añejos y adorables filmes de la Republic que de la Hammer. Eso sí, con el dominio narrativo de siempre pero puesto al servicio de una historia débil y manida.