domingo, 31 de diciembre de 2017

Lecturas: Breve historia de la Revolución Rusa (Íñigo Bolinaga)

La colección de la que forma parte no promete mucho. Son montones de títulos, todos divulgativos, de precios bajos y como destinados (uno a esta edad ya no es inmune a los prejuicios) a que los millennials sepan un poquito de algunas cosas. Pero he aquí que el libro de Bolinaga cumple satisfactoriamente su misión, y sirve justamente para eso, para contar con brevedad la Revolución Rusa. Y lo hace sin caer en la adulación de Lenin ni en la de Trotsky (aunque la visión de Trotsky sea más positiva). Ni tampoco en la demonización. Se relata lo que sucedió. Que es de lo que se trata. Y si de ello se deduce que Lenin era un maniobrero decidido a las peores maniobras con tal de hacerse con el poder, es porque así fue. Casi lo mismo que Kerensky, que pasó al olvido cuando fue la gran esperanza de una Rusia que pudo convertirse en una democracia avanzada en el periodo que medió entre la renuncia del zar y el golpe de estado bolchevique. El panorama que presenta Bolinaga, agitado y muchas veces terrible,incide en aspectos importantes y pocas veces recordados, como los intentos frustrados de reconducir o revertir la revolución desde la derecha (el caso del quimérico intento de golpe de estado de Kornilov) o la izquierda (la insurrección de los marinos de Kronstadt), así como los avances políticos y sociales tanto durante los últimos años de la monarquía de Nicolás II como de los meses en que Kerensky intentó dominar ese dragón ansioso de sangre y de dolor. En resumidas cuentas, una excelente visión general de aquel año , con una prolongación breve hasta la muerte de Lenin y el encumbramiento de Stalin. Pero ésa es otra historia. Más dolorosa y oscura si cabe.



domingo, 24 de diciembre de 2017

Lecturas: Origen (Dan Brown)

Cuando yo colaboraba en Sur, me encargaron hacer la crítica de una de las primeras novelas de Brown aquí publicadas. Era Fortaleza digital, y me pareció un entretenimiento eficaz y ligero que se dejaba leer con facilidad. Literatura mala, eso sí. Pero dejándose leer. Que tampoco está mal, en estos tiempos.  En esos tiempos. Me leí entonces, y en un pispás, otro puñado de novelas suyas. Ahora miro en la wiki y encuentro que con la que ahora repaso son siete las novelas de Brown que he leído. Nada menos. Pero es nochebuena hoy y tampoco quiero emplear demasiadas palabras para reseñar la que es la peor de todas. Mi ejemplar, para poner un ejemplo, lo dejé hace unos días sobre una papelera en la calle. Demasiado volumen (cúbico) para un volumen (de papel) tan malo. Vamos al loro y al aviso: la cosa pasa en España, ahora, donde hay un rey enfermo con un único hijo, Julián, prometido con una plebeya que es directora del Museo Guggenheim de Bilbao. En esa España ficticia, la democracia es más bien un sucedáneo, la gente progresista lleva pegatinas con cruces papales en señal de admiración con el Papa progresista. Y (qué pereza) en ese contexto hay un científico multimedia y perspicaz que ha dado con la respuesta de las dos preguntas de siempre: de dónde venimos y adónde vamos. La novela incluye las dos respuestas, que tampoco son para tanto y que cualquiera, en una aburrida charla de café, puede contestar. 

No seguiré destripando el libro, por más que entren ganas y a cuchillo. La acción es poca y tonta. Y la charleta del científico que tantas páginas ocupa es tediosa y fatua. Además, incluye en la trama a los sectarios del Palmar de Troya y nombra hasta a los carlistas como sospechosos de las fechorías que se relatan con desgana. Todo ello, con torpeza. A un español consciente de su país, ese retrato de su país le tiene que enfurecer aunque sea sólo un poquito. La cortedad de la trama, la torpeza para mantenerla, produce no sonrojo ni estupor, sino cansancio. Lo lees y desde pronto sabes que estás perdiendo el tiempo. Estupidez sobre estupidez, y todo ello con un tonito de sabelotodo ufano por parte del tipo de las preguntitas (Edmond Kirsch es su nombre) que, la verdad, ni siquiera voy a terminar esta frase. Una novela estúpida sin nada que te dé ganas de leer más de Brown. Que es un mal autor pero que te ofrecía (hasta ahora) pasatiempos. Y esta vez el tiempo se hace laaaaaaaargo.

Sea como sea, Feliz Navidad. 

PD: no iba a poner ninguna ilustración, pero encontré una y...