martes, 31 de diciembre de 2019

Lecturas: Imperiofobia y Leyenda Negra. Roma, Rusia, Estados Unidos y el Imperio español (María Elvira Roca Barea)

Elvira y yo somos amigos. Quiso el generoso azar que una misma facultad de la Universidad de Málaga nos reuniera allá por los años 80 del siglo XX. Compartimos charlas, risas y algunos llantos (recuerdo el entierro de nuestro profesor amado, don José Mercado Ureña, y la sesión de lágrimas a continuación en la casa de Elvira). Esas cosas que te enriquecen, te hacen madurar. Es decir, aprender. Y de pronto ahí está, convertida en un orgullo nacional con un libro que es erudición y análisis, pero es a la vez pasión y batalla. Contra la mentira, contra el fanatismo, contra el nacionalismo: La dinámica del nacionalismo es perversa: o gana, e impone su criterio eliminando la disidencia, o pierde, lo que da pie a nuevos agravios y excusa para la confrontación: perder para ganar.

Ha alcanzado ya las 30 ediciones (la mía, perezoso, es la octava), y seguirá aumentando en difusión porque llegó a las prensas en 2016, antes de la fantochada de Puigdemont y después de la charlotada de Artur Mas. Es decir, entre dos intentos de dividir, esto es, romper, la patria común e indivisible de todos los españoles (Constitución Española, artículo 2). En nombre de falsificaciones históricas, en derechos falseados, en victimismo (perder para ganar) y hasta en violencia y persecución de los disidentes. Pero no es de Cataluña sino de España de lo que trata este libro lúcido como pocos. Convertido, casi casi, en la Biblia de todos los que nos esforzamos en amar a nuestra patria áspera y maltrecha.


El nacionalismo, ejercido siempre contra una realidad política superior, tildada de imperio (así contra Roma, Rusia, Estados Unidos y España) deviene en racismo victimista para alzarse y mantenerse, manipulando y falseando los hechos: El proceso es siempre el mismo: una pequeña parte de verdad sirve para levantar una gran mentira que justifica un prejuicio de etiología racista que hasta ahora se niega a reconocer que lo es. Insistimos en que el prejuicio precede a su justificación y lo fabrica. Téngase en cuenta que ese racismo se manifiesta, por ejemplo, en el antisemitismo, surgido en primer lugar en Italia y de ahí al mundo protestante, que veía a los españoles como un pueblo contaminado por la sangre semita de judíos y moros. Tal cual. 

Como demuestra Roca en su análisis de la hispanofobia en Alemania, Inglaterra y Países Bajos, el protestantismo, tanto luterano como calvinista, aliado con el nacionalismo, fue el otro motor de la Leyenda Negra española. Con pericia y basándose en una bibliografía abrumadora, desmonta las mentiras aduciendo datos y borrando creencias populares. Y liberando a España de esa costra de fanatismo y violencia, de intolerancia y expolio, que le ha sido añadida durante siglos a través de panfletos y predicaciones, discursos y proclamas. Y soflamas.

Así, hay datos tan esclarecedores como que la Inquisición española, de 44.674 causas abiertas entre 1540 y 1700 condenó a muerte a 1.364 personas. Henry Kamen elevó a cerca de 3.000 las víctimas en toda su historia y territorios. Que no es poco, podrá decirse. En la protestante Inglaterra, en la que la protestante Isabel I mandó a la muerte a muchísimas más víctimas que la católica María Tudor, hubo en tres siglos 264.000 ejecutados. Según estudios, en tres siglos fueron ejecutados en España 220 protestantes, y sólo 12 de ellos quemados. La tortura sólo se empleó en un 1 o 2 por ciento de los procesos inquisitoriales. La Inquisición fue el primer tribunal del mundo que prohibió la tortura, cien años antes de que esta prohibición se generalizara. En contra de la opinión común, nunca se aceptaron las denuncias anónimas. ¿Más datos? En el siglo XVI se ejecutaron (son cifras de Kamen) entre 40 y 50 personas en todos los territorios, incluida América. Sólo las persecuciones de herejes católicos en la Inglaterra isabelina provocaron casi 1.000 muertos, entre religiosos y seglares.

Ahora que desde algunos medios ligados a la izquierda  la emprenden contra este libro y su autora, ahora, justamente ahora, cuando la supervivencia histórica de nuestra nación no está garantizada por la alianza entre izquierdas y separatistas, este libro defiende a España de la interesada mala reputación inventada por otros y asimilada y hasta magnificada por nuestros connacionales. Quedan razones para el orgullo, para seguir creyendo en un país que no fue un pozo de oscurantismo sino luz del mundo. Aquí, un ejemplo: “Muchísimo antes de que Thomas Jefferson escribiera, desde su hermosa plantación de esclavos, en la Declaración de Independencia aquella frase inmortal y universalmente conocida, ‘Sostenemos que…todos los hombres son creados iguales e independientes’, el jesuita Francisco Suárez había escrito: ´Todos los hombres nacen libres por naturaleza, de forma que ninguno tiene poder político sobre el otro’”. 

Hoy termina un año. Tal vez comience a terminar la existencia de España. Que Francisco Suárez, y Elvira Roca, nos pillen confesados.
    


miércoles, 18 de diciembre de 2019

Lecturas: Una casa en Bleturge (Isabel Bono)


En la que era su página web de toda la vida, y que ya no encuentro, Isabel Bono, Belinka para sus fieles y amigos entre los que me encuentro, publicó un vídeo que era hipnótico en su sencillez. Recuerdo un árbol, tal vez ninguna palabra, el sonido de un trueno, puede que de un disparo, y centenares de pájaros salían de ese árbol. Lo vi en bucle, unas tres veces.



Ése es el mundo de Isabel Bono, el de relámpagos visuales o sensitivos, el de pájaros que huyen. Conocía sus poemas, sus novelas “Ciego Montero, ¿dónde te metes?” y “Pan comido”. Llega ahora “Una casa en Bleturge” que comparte esa naturaleza poemática, realzada por la brevedad de los capítulos, por sus frases generalmente cortas. Y una capacidad extraordinaria para retratar a tres personajes (padre, madre, hija) a los que rondan otros sin importancia y uno que es nombrado a veces y que es la clave del relato: el hijo, el hermano, muerto a los seis años. Esa familia sombría, roída por la culpa, por el desconcierto, es retratada como decía, pero cada retrato ha sido a su vez fraccionado y repartido aquí y allá, de forma que me aventuro a llamar cubista a esta novela amarga.


A veces, un capítulo, como el titulado “Espejo” funciona como un cuento perfecto y conciso. E inquietante. En el titulado “Soledad” se dice “No puede evitar pensar en una casa vacía. No es una casa sin tejado ni una casa en ruinas, no es una casa sin muebles. Es, simplemente, una casa vacía. Una casa sin nadie dentro mientras llueve. No puede imaginar nada más triste que eso. ¿A qué llama la gente soledad?”. Esa casa desolada y triste, es al fin y al cabo, la casa en Bleturge, un lugar imaginado que mezcla elementos de la ciudad de Málaga con otras ubicaciones de la Costa del Sol. Un ámbito para personas deshabitadas, para vidas vacías y vaciadas, fantasmas de pura ausencia y transparente dolor.

lunes, 16 de diciembre de 2019

EUGENIO CHICANO: EL PINCEL EN LA DIANA



En mayo de 2004 redacté uno de mis  Perfiles de artistas para el diario Sur el de Eugenio Chicano. Fallecido el 19 de noviembre de 2019, fue mi jefe durante nueve años e ilustró mi remotísimo primer libro de poemas. Sirvan estas líneas añejas como un tardío homenaje, acaso como una elegía.

Quien ha nacido en una casa que es un derroche, en pastiche, de mocárabes, una ensoñación arábiga que en la calle Sánchez Pastor pone un trozo de decorado de Lawrence de Arabia, no puede ser nunca un espíritu geométrico ni ascético. Por ello, cuando uno sabe que en esa casa nació en 1935 Eugenio Chicano y que en ella fue niño, no debe extrañarse que su pintura posea esos rasgos, que su conversación sea como es, que hasta su amistad sea, de tan directa,  abrumadora.

Más allá de la anécdota de este escenario, la obra de Chicano, seguramente la más popular entre sus paisanos, es resultado de una época y de una biografía y, por lo tanto, mutable, variable, sin que vaya imitándose a sí misma. Así, si nos remontamos a las obras del Chicano más joven, encontramos en primer lugar una estética de lo social, una especie de épica de los trabajadores, que venía a recoger el aliento de los muralistas mexicanos y el de Vela Zanetti. Todo esto si se le quieren buscar referencias.  Pero sería agotador pretender reseñar, aunque fuera como apuntes, las referencias e indicaciones de lectura de la obra de Chicano. Baste con señalar en los años 60 lo que él siempre llama “Arte crítica” en la que las figuras humanas son rostros aplastados y resecos, desinflados y víctimas de un pesar que los deshumaniza y que manifiesta la podredumbre de una época. Hasta este momento, Chicano ha formado parte del grupo de jóvenes artistas que ahora conocemos como de los cincuenta y que bajo la reclamación del creador del cubismo constituyeron la Peña Montmartre y el Grupo Picasso. Regía España un general con gesto de bronce.


Después, a inicios de los setenta, coincidiendo con sus primeros contactos, y finalmente residencia, con Italia, es la “Nueva Figuración” la que lo absorbe, metiendo a sus seres informes de los sesenta en una estética maquinista y vertiginosa en la que va incluyendo sinuosas bandas rojas que atraviesan sus óleos y que serán elementos característicos en las décadas siguientes, desde la serie de homenajes en los setenta a la serie que se denomina “Poética de un Fotograma” en los ochenta. Más tarde vendrá la serie de grandes cuadros para la Bienal del Deporte en 1992 o, en esa misma década final del siglo pasado, la “Suite Málaga” en la que, con estilos muy diversos, desde lo matizado y tenue hasta lo violento y pleno de aristas, es el paisaje de Málaga lo que da unidad a esta serie polimorfa. Más recientemente llegará la serie de pinturas dedicadas a la copla española en la que Chicano recapitula sus modos y maneras con el pretexto de  la cultura popular.


Obsérvese lo meritorio de haber llegado hasta este punto, hablando de Chicano, sin haberlo llamado pintor pop, aunque lo sea, porque en él (con su manera de entender la pintura como goce puro para quien la crea y como medio para conseguir imágenes de plena efectividad, directas, que no necesiten teorizaciones y deconstrucciones para llegar al observador)  la pintura se convierte en icono directo que va más allá de lo correcto, de lo académico, de las categorías y de las conveniencias, tal como él mismo ha sido siempre, alguien que gusta del flamenco o de la copla pero conociendo bien la ópera, un artista que no vive con la mente puesta en el Parnaso pero que a la vez rigió, apasionadamente, la Fundación Picasso, que tal vez sea el mejor pintor-cartelista que este lugar ha dado, aparte de sus murales,  alguien que sabe poner, con los ojos cerrados, el pincel en el centro de la diana.