sábado, 16 de noviembre de 2019

Lecturas: Viajeros en el Tercer Reich (Julia Boyd)

Al fin, un libro extraordinario. Ganador del premio de Historia del Los Angeles Times y libro del año de The Spectator. Desde antes de que Hitler llegara al poder, Julia Dodd nos guía a través de lo que turistas, diplomáticos, escritores, estudiantes, deportistas y profesores escribieron sobre sus experiencias de, brevemente, la República de Weimar y, por extenso, el Tercer Reich. Pura vida y pura en esas páginas tomadas de crónicas periodísticas, cartas particulares, diarios íntimos y hasta revistas escolares. Como en su conclusión afirma Boyd, los izquierdistas, una vez alcanzado el poder por Hitler, se negaron a visitar ese territorio adverso. Quizás el hecho más estremecedor que emerge de los relatos de los viajeros es que hubiera tanta gente decente que regresaba a sus hogares y alababa la Alemania de Hitler. Como atinadamente refiere Boyd,  Por si fuera poco, sin duda existen pocos Estados totalitarios que acojan a sus visitantes extranjeros con tanto entusiasmo y cordialidad como la Alemania nazi. Cuando  uno recorría el Rin en barco, bebía cerveza en un jardín iluminado por el sol o caminaba al lado de una feliz banda de niños cantores, resultaba muy fácil olvidar las historias de tortura, represión y rearme que circulaban. Hasta finales de la década de 1930 era posible para  un extranjero pasar semanas en Alemania y no tener el menor incidente desagradable. Sin embargo, hay una diferencia entre "no ver" y "no saber". Y, después de la Kristallnacht del 9 de noviembre de 1938, no había ninguna excusa posible para el viajero que afirmaba que "desconocía" el verdadero comportamiento de los nazis.


Entre los testigos de aquel tiempo y aquel país impresiona la británica familia Boyle, que recorriendo Alemania con la consabida pegatina de GB en el auto, teniendo como destino final su domicilio en Kenya, fue interrumpida, en Frankfurt por una mujer judía acompañada por su hija de quince años, tullida de un pie, a la que imploró que la llevaran consigo para salvar la vida. Así lo hicieron. Del destino de aquella muchacha, de nombre Greta, poco se supo aparte de una foto, años después, feliz en Nairobi con sus salvadores. 


Por lo general, las familias estadounidenses o británicas veían Alemania como un destino barato, un lugar pintoresco que recorrer, un destino para que sus hijos aprendieran alemán, un reclamo turístico de primer orden voceado por los folletos de Thomas Cook como una oportunidad para descubrir por uno mismo la "nueva Alemania" (aquí uno recuerda el Deutschland Erwache, "Alemania, despierta" de los estandartes nazis) de la que todos hablaban. Y así fue. Entre los muchos personajes que comparecen (es fantástica la documentación manejada por la autora) me quedo con el profesor afroamericano William Edward Burghardt Du Bois, que supo ver que, al cabo, nazis y comunistas venían a ser lo mismo (yo mismo, informalmente, los diferencio como fascistas de derechas y de izquierdas, de ahí que tanto asco me den tanto unos como otros, citando en un artículo la propiedad y el control de la industria; el control del dinero y de los bancos, los esfuerzos hacia la posesión de la tierra  y el control por parte del gobierno; la gestión del trabajo y los salarios, la construcción de infraestructuras y casas, los movimientos juveniles y el estado de un partido único durante las elecciones


Coincidió con esa opinión la estudiante, de 24 años, Barbara Runke, que a la sazón estudiaba piano y canto en Múnich: La política es lo que más me interesa, por supuesto, desde que descubrí que el mejor lugar para el comunismo está en los libros. Lentamente, pero sin duda, me he convertido en una acérrima enemiga del nacionalsocialismo, y lo sorprendente es que ha sucedido por las mismas razones que me apartaron del comunismo. Son asombrosamente iguales, por lo que me parece una estupidez increíble que la próxima guerra sea entre Alemania y Rusia, donde cada una protegerá ostensiblemente sus "religiones" respectivas.

En definitiva, a quien le fascinara el muy ficcionado En el jardín de las bestias: Un historia de amor y terror en el Berlín nazi de Erik Larson (el embajador Dodd y su hija Martha, con su fascinación y su posterior repulsión hacia el nacionalsocialismo también están aquí presentes), encontrará en el libro de Julia Boyd un tesoro de datos y perspectivas para juzgar aquella época atroz. Sobresaliente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario