lunes, 24 de agosto de 2020

Lecturas: La formación de América del Norte (Isaac Asimov)

Tuve mi primer acercamiento a Asimov en la Universidad, cuando nos recomendaban un algunos títulos de su Historia Universal (el de la Alta Edad Media, seguidos de los volúmenes sobre la formación de Francia y de Inglaterra, a los que fui sumando algunos más como lectura por placer en años posteriores) y que fueron de grata lectura. Simple divulgación histórica, sin entrar en muchas anécdotas ni explicaciones psicológicas, relatando los hechos sin pasión pero con claridad.Es lo que sucede en este volumen de historia de Estados Unidos que se detiene en 1763, cuando tras la Guerra de los Siete Años con Francia la corona inglesa añade nuevos territorios a sus colonias americanas. Hasta ahí, todo se explica con el estilo Asimov, nada fantasioso pese a su valía en la Ciencia Ficción. Se asiste a la creciente torpeza inglesa con sus territorios de ultramar, se permite alguna pulla hacia España, adornada con los prejuicios, tan anglosajones, de la Leyenda Negra, y te deja con ganas de lanzarte al siguiente volumen en el que se cuenta el nacimiento de una nación. 


Pero lo que aquí sorprende es que Asimov se retrotrae al surgimiento de la especie humana para  hablar de esa (tiro aquí de un prejuicio igualmente cuestionable) nación sin historia. Para explicar que habiendo surgido los primeros homínidos en África, se fueron expandiendo por territorios que no exigieran la navegación, y así se les verá en los milenios sucesivos por Europa y Asia. Pero no en América. Ese dato de que durante milenios no hubo ningún humano en América mientras evolucionaban en otros tres continentes es desasosegante. Habrá que esperar a las glaciaciones para que, cazando y a pie, entren en América por el paso, helado y transitable, del estrecho de Behring. Lo que no tiene rigor histórico es que dé pábulo a la posibilidad de que los fenicios hubieran podido llegar a América, así como que crea posible, y lo acepte sin más, que los vikingos se asentaran en la América continental. Tras dedicar un buen espacio a estas teorías, es tímido y escueto en su negación: 

Esto parece improbable, pero es una creencia romántica, pues haría de Leif el primer europeo que navegó a lo largo de las costas de lo que es ahora Estados Unidos y quizá hizo pie en su suelo. Por ello, ha habido una asidua búsqueda de cualquier indicio de reliquias nórdicas en Nueva Inglaterra, por ejemplo. Pese a algunas pretensiones de éxito, no se han hallado reliquias que sean aceptables para los historiadores.

Pero es casi casi lo mismo que decir "a mí no me gusta hablar, pero es que..." Esto nos lleva a pensar que si el libro de Gavin Menzies sobre un hipotético descubrimiento chino de América en 1421 hubiera pillado a Asimov a tiempo, le hubiera dado también eco. En un intento (que se nota demasiado en este tomito) de darle más historia a América y de dejar a Colón y la gesta española como una aportación menor. Pero, en todo caso, se puede perdonar esa óptica que se puede comprender como un esfuerzo de generosidad de Asimov con su país de acogida. Y como un loable esfuerzo por intentar abarcar lo más posible para el lector medio. 

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