martes, 15 de mayo de 2018

Lecturas: La profanación. El robo de las manos de Perón. El secreto mejor guardado de la Argentina (Claudio R. Negrete y Juan Carlos Iglesias)



Una vez más, un libro sobre Perón. Y el segundo que cae en, ejem, mis manos sobre el destino incierto de las de Perón. El anterior fue Nabot, Damian, y David Cox: Perón, la otra muerte. Buenos Aires: Ágora, 1997. En aquella ocasión, aunque algo ya sabía del caso, sucedido en 1987, el libro, del que ya poco recuerdo, me dejó un regusto sensacionalista, de testigos desaparecidos en circunstancias sospechosas. Pura mafia y novela negra. El que ahora nos ocupa tiene los mismos mimbres, y con una insistencia machacona en que al juez Far Suau lo asesinaron. Pero vayamos por partes. 



Muñeco de Perón hecho por el artista (peronista) Daniel Santoro


En julio de 1987 tres políticos peronistas recibieron una nota firmada por “Hermes IAI y los 13” acompañada por un trozo del poema que Isabel Perón había escrito en homenaje a su marido y dejado enmarcado en el interior de la cripta del panteón familiar en la cripta familiar del cementerio porteño de La Chacarita. Esa nota decía lo siguiente: 


Por la presente llevo a su conocimiento que con fecha 10 del corriente mes y año, el grupo al cual represento procedió a retirar o amputar las manos de los restos de quien en vida fuera el teniente general Juan Domingo Perón, en la bóveda ubicada en el cementerio de la Chacarita, sito en esta, por ahora, capital federal , hallándose manos, anillos y el sable del nombrado a buen recaudo y por ende en nuestro poder. Trataré de ser breve y explicar los motivos de dicha acción. En el año 1973, el general contrajo por servicios que le fueron prestados la deuda de ocho millones ($ 8.000.000 USA), la cual posteriormente nunca abonó al igual que sus posteriores sucesores políticos, por lo tanto ésa es la suma que exigimos por la restitución de sus manos. Somos conscientes de que nos enfrentamos a todo el país, a todas las fuerzas de seguridad, policiales y diversos organismos de inteligencia con los que cuenta el Estado, como también lo somos de que de no cumplirse con lo reclamado o ante cualquier eventualidad desfavorable a nuestros intereses dichos restos serán destruidos y pulverizados lo que dejará al ilustre prócer incompleto para toda la eternidad, al igual que el museo que piensan erigirle. Si tanto el movimiento como el gobierno quieren aprovechar dicha circunstancia para hacer política no nos incumbe, sólo hay una realidad, y es que si en el lapso de 15 días a partir del primero de julio del corriente año no fue finiquitada la presente operación, manos y sable correrán la suerte anteriormente mencionada, de usted depende el final de esta historia o mejor dicho la responsabilidad histórica de los acontecimientos. 


Como muestra de veracidad de lo expresado, se adjunta a la presente la mitad de la carta escrita por la viuda del general, señora María Estela de Perón, la cual se encontraba en un marco sobre el “ex nicho blindado” que guardaba los restos del extinto. Como primera medida, y para saber si nuestras exigencias fueron comprendidas o aceptadas, el día primero de julio (miércoles) colgar ante las ventanas del primer piso de esa sede partidaria dos banderas justicialistas. De no ocurrir así, interpretaremos que no existe interés por lo que no esperaremos los días mencionados y procederemos de resultancias. Se deja constancia que nuestra comunicación será por este medio. Lo saluda a usted muy atentamente. 

HERMES IAI y los 13 


Efectivamente, el panteón había sido asaltado, profanada la tumba, cortadas las manos y hechas desaparecer junto con la gorra y el sable del general. También el poema enmarcado, que acompañaba fragmentado ahora las tres copias de la carta como señal de autenticidad. Nada volvió a saberse de las manos ni del sable ni de la gorra, ninguna comunicación, ninguna respuesta oficial. La policía se puso en marcha con nulos resultados, aparecieron anónimos y delatores que sirvieron sólo para embarrar la investigación, murió el juez Jaime Far Suau, en accidente de tráfico que al menos Negrete y Suárez tildan de asesinato, murió tal vez por una paliza uno de los sepultureros que estaba de servicio la noche de autos, murió a consecuencia de un ataque Carmen Melo, una mujer que deambulaba por el cementerio a horas no habituales, y sobrevivió a un atentado el comisario Carlos Zunino, mano derecha de Far Suau. Todo muy chocante. Para los autores (Cox y Nabot apostaban por una implicación de la masonería de la logia Propaganda Due y su líder, Licio Gelli), recogiendo palabras de un testigo, lo sucedido pudo ser “una operación política realizada por resabios de los servicios de inteligencia de la dictadura o algún grupo interno del peronismo que bien podrían ser los Montoneros”. También llegan a la conclusión de que “De los distintos informes e interpretaciones surgidos en todos estos años aparece como denominador común la probable participación de ex miembros de las fuerzas de seguridad, uniformados y civiles, en la profanación”. Atrás quedan interpretaciones como una posible venganza masónica o las noveleras de que las manos eran necesarias para usar la huella dactilar para acceder a una cámara acorazada en Suiza (una tecnología que aún no se usaba) o la recuperación de un anillo con un código grabado que daría acceso a ese tesoro.

Han pasado treinta años. Nada más se supo. Nada más se sabe. 




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