El centenario de aquellos hechos ha pasado sin pena ni gloria (glorias y pena hubo en 1921, heroísmo y dolor) en España. Tal vez por padecer un gobierno que se la coge con papel de fumar y con el mantra de la concordia no quiere que se sientan ofendidos (el mío es, ya de por sí, un país de ofendiditos) los marroquíes. Un puñado de libros han servido para avivar la memoria. Éste es uno de ellos, y supongo que no de los peores. Aunque cansa un poquito esa equidistancia de intentar excusar el salvajismo por aquello de "estaban en su tierra". Pero sí, es un buen libro, escrito con buen pulso. En el que, sin embargo, los actos de heroísmo español se cuentan demasiado a la ligera. Por ejemplo, la resistencia del malagueño Julio Benítez (el comandante Benítez de siempre, que cuenta en Málaga con estatua, avenida y tuvo hasta un campamento militar con su nombre) en Igueriben. O las cargas del caballería del Regimiento de Alcántara, a las órdenes del teniente coronel Fernando Primo de Rivera (hermano del general y dictador Miguel, tío de José Antonio).
Es más, se cuenta la herida de Primo, la amputación de un brazo y la subsiguiente muerte a causa de esa herida. Pero no se nos cuentan las palabras de Primo arengando a los suyos antes de la carga:¡Soldados! Ha llegado la hora del sacrificio. Que cada cual cumpla con su deber. Si no lo hacéis, vuestras madres, vuestras novias, todas las mujeres españolas dirán que somos unos cobardes. Vamos a demostrar que no lo somos. Ni se nos cuenta que con tal de proteger la retirada de los concentrados en la posición de El Batel y Monte Arruit cayó el 90% de los 690 jinetes, que tal era el agotamiento de soldados y caballos que la última carga fue a pie, y que hasta llegaron a unirse al combate los veterinarios del regimiento y los aprendices de la banda de música. Para encontrar esta información he tenido que recurrir a la web del ejército español (ver aquí). Reverte no lo hace. Una pena. Por lo demás, como visión de conjunto, es válida esta monografía. Que no es demasiado dura con la actuación del general Manuel Fernández Silvestre ni con Alfonso XIII. Ni siquiera con Abd el-Krim. Aunque también se resuelve con desgana la defensa de Melilla, salvada por un comandante de nombre Francisco Franco y se nos hurte en parte (un poco más de énfasis y de valentía se hubieran requerido) para contar el infierno de Monte Arruit. En fin, ésta es la España de ahora. Tan diferente de la de entonces...
¿Y qué se nos había perdido allí? ¿ Qué beneficios obtenía España (los españoles) de su presencia en el Rif? ¿Justificaba ello tanta sangre y tanto dolor? Por suerte (creo) la sociedad actual es más dueña de su propio destino y hoy no podría ocurrir algo semejante.
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