lunes, 31 de agosto de 2020

Lecturas: Juan Martín el Empecinado. Episodios Nacionales, 9 (Benito Pérez Galdós)

 Tres tipos ofrece el caudillaje en España, que son: el guerrillero, el contrabandista, el ladrón de caminos. El aspecto es el mismo: sólo el sentido moral les diferencia. Cualquiera de esos tipos puede ser uno de los otros dos sin que lo externo varíe, con tal que un grano de sentido moral (permítaseme la frase) caiga de más o de menos en la ampolleta de la conciencia. Las partidas que tan fácilmente se forman en España pueden ser el sumo bien o mal execrable. ¿Debemos celebrar esta especial aptitud de los españoles para consagrarse armados y oponer eficaz resistencia a los ejércitos regulares? ¿Los beneficios de un día son tales que puedan hacernos olvidar las calamidades de otro día? Esto no lo diré yo, y menos en este libro donde me propongo enaltecer las hazañas de un guerrillero insigne que siempre se condujo movido por nobles impulsos, y fue desinteresado, generoso, leal, y no tuvo parentela moral con facciosos, ni matuteros, ni rufianes, aunque sin quererlo, y con fin muy laudable, cual era el limpiar a España de franceses, enseñó a aquellos el oficio.

Son palabras de Gabriel Araceli, narrador y protagonista de la primera serie, languideciente ya, de los Episodios Nacionales. Que, a través de Vicente Sardina, el lugarteniente del Empecinado, pasa a integrarse en la guerrilla y conocer al mítico Empecinado, que a su vez será víctima de la represión absolutista una vez terminada la guerra. Aquí se aprecia como si Galdós quisiera incluir el fenómeno guerrillero de la forma más sencilla, dedicándole un Episodio, estanco, en vez de haciendo aparecer estos luchadores con pinceladas a través de los demás tomos de estas Hazañas Bélicas decimonónicas. No en vano, arranca la novela con ese propósito: Hablaremos ahora de las guerrillas, que son la verdadera guerra nacional; del levantamiento del pueblo en los campos; de aquellos ejércitos espontáneos, nacidos en la tierra como la hierba nativa, cuya misteriosa simiente no arrojaron las manos del hombre; voy a hablar de aquella organización militar hecha por milagroso instinto a espaldas del Estado, de aquella anarquía reglamentada que reproducía los tiempos primitivos.

                                       Francisco de Goya: Juan Martín, el Empecinado (1809)
                               Museo Nacional de Bellas Artes Occidentales, Tokio



Más allá de los lances de amor con Inés, y sus peripecias con la condesa Amaranta, que se siguen con el habitual aburrimiento, lo que importa es el retrato de aquellos hombres, con retratos sobresalientes de Sardina, del Empecinado, del Manco, de Santurrias, del páter Trijueque (que preanuncia la aparición de los curas trabucaires). Toda la épica de los hechos, toda la crueldad de la lucha, están magníficamente representados. Galdós cumple con lo prometido. Aunque la serie concluye con el siguiente Episodio, La batalla de los Arapiles, la guerra de la Independencia finalizará en el primer Episodio de la Segunda Serie, El equipaje del rey José.

 

lunes, 24 de agosto de 2020

Lecturas: La formación de América del Norte (Isaac Asimov)

Tuve mi primer acercamiento a Asimov en la Universidad, cuando nos recomendaban un algunos títulos de su Historia Universal (el de la Alta Edad Media, seguidos de los volúmenes sobre la formación de Francia y de Inglaterra, a los que fui sumando algunos más como lectura por placer en años posteriores) y que fueron de grata lectura. Simple divulgación histórica, sin entrar en muchas anécdotas ni explicaciones psicológicas, relatando los hechos sin pasión pero con claridad.Es lo que sucede en este volumen de historia de Estados Unidos que se detiene en 1763, cuando tras la Guerra de los Siete Años con Francia la corona inglesa añade nuevos territorios a sus colonias americanas. Hasta ahí, todo se explica con el estilo Asimov, nada fantasioso pese a su valía en la Ciencia Ficción. Se asiste a la creciente torpeza inglesa con sus territorios de ultramar, se permite alguna pulla hacia España, adornada con los prejuicios, tan anglosajones, de la Leyenda Negra, y te deja con ganas de lanzarte al siguiente volumen en el que se cuenta el nacimiento de una nación. 


Pero lo que aquí sorprende es que Asimov se retrotrae al surgimiento de la especie humana para  hablar de esa (tiro aquí de un prejuicio igualmente cuestionable) nación sin historia. Para explicar que habiendo surgido los primeros homínidos en África, se fueron expandiendo por territorios que no exigieran la navegación, y así se les verá en los milenios sucesivos por Europa y Asia. Pero no en América. Ese dato de que durante milenios no hubo ningún humano en América mientras evolucionaban en otros tres continentes es desasosegante. Habrá que esperar a las glaciaciones para que, cazando y a pie, entren en América por el paso, helado y transitable, del estrecho de Behring. Lo que no tiene rigor histórico es que dé pábulo a la posibilidad de que los fenicios hubieran podido llegar a América, así como que crea posible, y lo acepte sin más, que los vikingos se asentaran en la América continental. Tras dedicar un buen espacio a estas teorías, es tímido y escueto en su negación: 

Esto parece improbable, pero es una creencia romántica, pues haría de Leif el primer europeo que navegó a lo largo de las costas de lo que es ahora Estados Unidos y quizá hizo pie en su suelo. Por ello, ha habido una asidua búsqueda de cualquier indicio de reliquias nórdicas en Nueva Inglaterra, por ejemplo. Pese a algunas pretensiones de éxito, no se han hallado reliquias que sean aceptables para los historiadores.

Pero es casi casi lo mismo que decir "a mí no me gusta hablar, pero es que..." Esto nos lleva a pensar que si el libro de Gavin Menzies sobre un hipotético descubrimiento chino de América en 1421 hubiera pillado a Asimov a tiempo, le hubiera dado también eco. En un intento (que se nota demasiado en este tomito) de darle más historia a América y de dejar a Colón y la gesta española como una aportación menor. Pero, en todo caso, se puede perdonar esa óptica que se puede comprender como un esfuerzo de generosidad de Asimov con su país de acogida. Y como un loable esfuerzo por intentar abarcar lo más posible para el lector medio. 

Lecturas: La República y sus enemigos (Manuel Chaves Nogales)

 

Ahora que se hacen llamamientos a proclamar la república imaginaria de Cataluña o la catastrófica de España, cuando entras en Twitter y encuentras aquella grillera plena de cacareos llamando fascista a quien no coincida con sus opiniones, cuando la Tercera España a la que Chaves Nogales perteneció parece una ocurrencia política, una anécdota de la Historia, una aberración de quien no quiere ser rojo ni azul, ahora que los del otro lado se envanecen con la retórica del Imperio, del cierra España, de llamar Subcampeones de 1939 a los que perdieron aquella guerra que vuelve a asomar su hocico pestilente desde entonces y que fuera desenterrada por capricho de Rodríguez Zapatero tras haberla sepultado Suárez y González, ahora, digo, se hace especialmente oportuno leer este puñado de artículos del gran santo laico de la España insumergible.


Me imagino a cualquier mozalbete de los de ahora, de los de gimnasio y brazos ilustrados por tatuajes, de LOGSE y Twitter, hijo de este siglo, votante de Podemos porque comparte el culto de la arrogancia y la pulsión fácil, instantánea, del calentón y de abajo el capital y de guillotina para los Borbones, ese mozarrón, o moza, que con la educación débil, mínima, sesgada, pueril, que se imparte ahora, digo, mira este libro, su título, su cubierta, y se dice mola, y se cree que los enemigos de la República son los fascistas, el ejército, los tipos esos con las escopetas, ignorando lo que fue la Guardia de Asalto, y se contentará con la versión ad usum populi de que la República se la cargaron los de siempre, los señoritos y los ricos y los fachas, que aquella República fue una democracia estupenda (definición oída a uno de esos ágrafos) que fue atacada por aquellos de loas que Vox es la nueva encarnación. Y así no es raro que vuelvan a arroparse en la retórica del verano de 1936 y demás enormidades.

Por ello, muchachos, muchachas, muchaches, muchachxs (manda cojonxs, proclamo), lean a Chaves Nogales y comprendan, si pueden, que los enemigos de la República fueron el general derechista Sanjurjo con el levantamiento en Sevilla en agosto de 1932, sí, pero también los campesinos que protagonizaron revueltas comunistas en los pueblos de Andalucía, Extremadura e incluso La Rioja, y muy especialmente los comunistas y anarquistas que martirizaron Asturias en octubre de 1934. Todos estos frentes internos los cubrió en sus crónicas, como enviado especial, Chaves Nogales. En todos ellos se avisa de que la radicalidad puede poner en peligro la democracia hasta destruirla. Para terminar de cerrar el círculo con nuestra época, se rellena el volumen con un puñado de entrevistas con dirigentes de entonces (Azaña, Lerroux, Largo Caballero, Marcelino Domingo, Fernando de los Ríos) que muestran la misma capacidad que los de ahora en hablar mucho y decir poco. Eso sí, en noviembre de 1931 el socialista Largo Caballero ya amenazaba con desencadenar una guerra civil. Para que luego digan. Lxs muchachxs.

domingo, 9 de agosto de 2020

Lecturas: El rey recibe (Eduardo Mendoza)

 A mí me gustaba Eduardo Mendoza. Mucho. Disfruté enormemente de El laberinto de las aceitunas, de El misterio de la cripta inaudita, de La verdad sobre el caso Savolta. Me dejó indiferente La isla inaudita, me pareció una bobada elaborada y ombliguista la aclamada la ciudad de los prodigios, me interesó bastante Riña de gatos. Madrid 1936. Me ha defraudado grandemente la novela que ahora despacho. 


Si bien en las primeras cincuenta páginas es interesante, con los encuentros cruzados con los con los contrayentes de una boda real en Mallorca, todo lo que después acontece al narrador, Rufo Batalla, en Nueva York, es prescindible, monótono, vacío. El episodio del concierto que da Yves contra las piezas para piano de Brahms arranca alguna sonrisa, siempre que el lector desnozca el de Berthe Trépat en Rayuela de Julio Cortázar. Si además dedica Mendoza páginas y páginas para contarnos los orígenes del reino de Livonia, dejando truncado ese relato, no es raro que el lector, este lector, decida dejar este libro dentro del contenedor azul para darle alguna oportunidad a esas páginas. Ya dijo Borges que cada libro busca su lector. Estoy seguro de que yo no era merecedor de esta lectura. Pero sí lo es este libro de mi contenedor azul malagueño.Tal cual.

lunes, 3 de agosto de 2020

Lecturas: Enciclopedia Eslava (Juan Eslava Galán)

No es que uno sea un admirador de Juan Eslava Galán. No he leído ninguna de sus novelas. Y de sus libros de divulgación histórica sólo he leído el dedicado a la Guerra Civil que encontré mesurado y, en líneas generales, ajustado a los hechos. Esta vez elegí este libro por el carácter misceláneo, su batiburrillo de temas históricos. Olvide el lector el subtítulo de Todo (o casi todo) lo que debes saber para ser razonablemente culto. No, no hay aquí un afán enciclopédico. Se trata de un ardiz editorial, sin más. Nos hallamos ante una silva de varia lección un tanto, mucho, caprichosa y con expresión que cae pocas veces en lo soporífero (como el lamentable, soporífero, extenso, capítulo dedicado a la Alquimia) y muchas en lo ligero. Algo se aprende, como la dieta lamentable y pavorosa de la marinería en la carrera de Indias, y hasta se sonríe ante otros episodios, como el dedicado a las apariciones marianas en Ezquioga, en las que aparecieron varias centenas de videntes dando al traste con la credibilidad del suceso: No es por criticar a los vascos, a los que aprecio y admiro, pero es que todo lo hacen igual. Lo mismo te ponen un chuletón de kilo y medio que no hay cristiano que se coma (como no sea de Bilbao) que te montan una aparición de la Virgen con trescientos videntes. Los tres de Fátima les parecen pocos. Aquí somos de Bilbao: tienen que ser trescientos.

A veces se cuelan alusiones desafortunadas cuando se trata de mujeres, como cuando al evocar la película El código da Vinci, dice que estaba protagonizada por Tom Hanks, investigador atribulado, y Audrey Tatou, criptógrafa austadiza, ojazos, boquita de piñón, figura menuda pero apetitosa como un balde de fresas con nata. A mí me espanta más la corrección de género, esa estupidez de ciudadanos y ciudadanas andaluces y andaluzas, por ejemplo, pero esas salidas de pata de banco las encuentro especialmente desagradables. Mal por Eslava.


Lo que sí hay que agradecerle es la valentía al resaltar las contradicciones de la madre Teresa de Calcuta, que pudo ser madre de los pobres (aunque dedicara más las donaciones recibidas a la creación de conventos que a la labor asistencial) pero también enemiga de los enfermos, con su rechazo a los cuidados paliativos. O en desmontar el circo falsario e idiota urdido alrededor de Rennes-le-Château y su falso tesoro y la marimorena de la María Magdalena.

Pero no nos tomemos este libro en serio. Tampoco su autor lo hace. Su intención era más deleitar que instruir y bien que lo consigue. Casi todo el tiempo.