Otra obra de monumental documentación, dedicada a una campaña a la que no se le da bastante importancia, obviando el drama de Monte Cassino. Atkinson sigue su pauta habitual de seguir a las tropas de cerca, entre el desembarco en Sicilia en julio de 1943 (la lucha en el norte de África, objeto de la anterior entrega de esta trilogía, buscaba un punto de partida para invadir Europa) y la caída de Roma en junio de 1944 (al día siguiente se produciría el desembarco de Normandía). Una vez más, hay pulso narrativo (a la manera del más conocido Antony Beevor) y apabullante información, acompañando Atkinson tanto a los generales (Mark Clark destaca esta vez, mostrándose tan fatuo y pagado de sí mismo como Montgomery, que también comparece abundantemente en estas páginas) como a los soldados, destacando la figura del teniente John J. Toffey, un buen jefe de tropa muerto en los últimos compases de la campaña y autor de hermosas y humanísimas cartas. Lo que se pretendía, una vez salidos de Sicilia, un paseo militar merced a los desembarcos en Salerno y Anzio, se convirtió en un lento, cruento, doloroso avance merced a la resistencia de las tropas alemanas (las italianas habían claudicado no mucho después del desembarco siciliano). La sangre, el sudor y las lágrimas (medidas en toneladas) que auguraba Churchill a través de un incomodísimo ladrillo de 1218 páginas, de las que 324 son de notas. Al igual que su predecesor dentro de esta trilogía, nos encontramos ante una obra maestra de la Historia Militar.
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