Nos encontramos ante un excelente ejemplo de divulgación, un repaso a la Historia del Arte desde el pre-impresionismo (en el que sitúa discutiblemente a Géricault, Courbet y Manet) hasta las últimas tendencias. Gompertz sabe, y además sabe comunicar. Con lo que el libro cumple su objetivo aunque algunas pegas se le puedan poner: excepto en el caso de Cindy Sherman, elude por completo la fotografía, elude por completo el cine y la videocreación (aunque sí glosa una película de Fischli/Weiss), y aventura dar un nombre que englobe el arte de los últimos veinticinco años que es, cuando menos, cuestionable: empresarialismo. Da una importancia desmesurada al grupo de los Young British Artists, dando en el libro casi tanto espacio (casi) a Damien Hirst como a Picasso. Y su repaso al surrealismo es demasiado sucinto y deja de lado la primacía del instinto sobre la razón en este movimiento. Omite a Balthus, a Chagall, a Basquiat, el expresionismo europeo queda reducido al mínimo, la Nueva Objetividad no existe. Lo mejor, con todo, es que su exposición de los diversos ismos es razonada y razonable, y nos ayuda a comprender mejor obras que ya conocíamos y nos descubre otras que ignorábamos. Con todo, este libro me hace descubrir que sintonizo especialmente, si nos guiamos por las palabras de Gompertz, con la posmodernidad más que con mi amado surrealismo y me reafirma en la indiferencia que me produce el minimalismo. Tal vez una edición en la que se reprodujeran, en color, todas las obras comentadas serviría para hacer de este libro la gran fiesta que podría llegar a ser.
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