MÚSICA CLÁSICA Y JUDAÍSMO (I)
Comprobada la
importancia de la música en la tradición cultural judía desde época bíblica, no
debe sorprendernos la presencia de compositores judíos en la música clásica
occidental, aunque las circunstancias hicieran que a veces su identidad judía
quedara oculta para conseguir respetabilidad en un occidente abrumadoramente
cristiano. De
Salomone Rossi (Mantua 1570-1630), llamado El
hebreo es esta deliciosa pieza compuesta para la sinagoga sobre texto en
hebreo del malagueño Salomón Ibn Gabirol.
Música
litúrgica: Adon Olam [Señor Eterno]
Texto:
Salomón Ibn Gabirol (Málaga 1021-Valencia, 1058)
Él es
el Señor Eterno que reinó. Antes de que todo ser fuera creado. Al tiempo en que
todo fue hecho según Su voluntad, Él era ya reconocido como Rey. Y al fin,
cuando todo dejará de ser El solo reinará imponente. Él fue y Él es, Y Él será
en gloriosa majestuosidad. Él es Uno y no hay otro que pueda comparársele, ni
colocarse a Su lado. Él es sin comienzo ni fin; poder y dominio Le pertenecen.
Él es mi Dios, mi viviente Redentor, Roca de mi amparo en momentos de angustia.
Él es mi guía y mi refugio, mi cáliz de alivio cuando Lo invoco. A Él
encomiendo mi alma. Tanto dormido como despierto. Mientras mi alma está en mi
cuerpo, el Señor está conmigo, y nada he de temer.
El compositor de ópera Giacomo Meyerbeer (1791-1864) nació como Jacob Meyer Beer, manteniendo siempre su identidad judía en la vida cotidiana pero sólo trasladándola a su música ocasionalmente. A la edad de 20 años, a la muerte de su abuelo, hizo a su madre una promesa que mantendría: "Por favor, acepta de mí una promesa en su nombre de que siempre viviré en la religión en la que él ha muerto".
Felix Mendelssohn, que alcanzó gran fama en su tiempo y fue objeto de devoción y amistad por parte de la reina Victoria de Inglaterra y su esposo Alberto, fue bautizado como protestante luterano a los siete años. Nieto del filósofo Moses Mendelssohn que había propiciado el surgimiento de la Haskalá o Ilustración judía, su padre, consciente de la inevitabilidad de la decisión de optar por una identidad no-judía en una Europa que presionaba a favor de la asimilación, ejemplificaba en una carta a su hijo la pervivencia, pese a la conversión, del judaísmo en la familia: "No puede haber un Mendelssohn cristiano de la misma manera que no puede haber un Confucio judío". Esta aseveración pretendía convencer a su hijo de que abandonara el uso del apellido Mendelssohn por el menos sospechoso de Bartholdy. Que conservara el apellido original y nunca rechazara su condición original no entró nunca en conflicto con su honesto cristianismo.
Jacques Offenbach nació como Jakob Eberst en 1819 (la adopción del apellido Offenbach vino de sus padres, que eligieron el nombre de la ciudad donde residían en una dinámica similar a la de los Mendelssohn con el apellido Bartholdy: búsqueda de tranquilidad y alejamiento de las tentaciones antisemitas). Su conversión al catolicismo se debió, en 1844, a su voluntad de casarse con la española, y católica, Herminia de Alcaín. No obstante, al igual que Meyerbeer, al igual que Mendelssohn, fue objeto de la ira de Richard Wagner en su libro sobre los judíos y la música. Aquí, un magnífico artículo sobre el antisemitismo casi criminal de Wagner
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