La
penúltima, y breve, novela de Saul Bellow. Antes de la última y también breve.
Tal vez porque era un hombre cerca del adiós, y a los 82 de su edad era momento
de no desperdiciar en melodías y adornos la voz que le quedaba. Tal vez por eso
es breve esta novela. Tal vez por eso es certera, intensa, elegante,
sentimental. Certera. Esencial. Algo así como una delicada pieza de
cámara.
La
historia, sencilla, nos habla de Harry Trellman, que amó y perdió en su
juventud a una mujer, Amy, que después tuvo dos bodas. Tras muchos años, se
reencuentran al trabajar para un mismo y poderoso patrón. Y confluyen en el
acto de exhumar el cuerpo del segundo marido de Amy, que fuera a su vez amigo
de Harry, para trasladarlo a una segunda sepultura. Imaginamos la barrera de
silencio, lo que quisieran decirse, lo que sintetizó inmejorablemente el
argentino Enrique Molina en el arranque de su poema "Alta
Marea": Cuando un hombre y una mujer que se han amado se separan, / se
yergue como una cobra de oro el canto ardiente del orgullo, / la errónea
maravilla de sus noches de amor”. Todo eso. Pero en sutil disección de las obsesiones y los secretos. Una delicia.
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