sábado, 25 de mayo de 2024

Lecturas: Perón. Una biografía argentina (Fernando Alonso Barahona)

 Llevo años comprando libros sobre Perón y su doctrina. En España y en Argentina. Sin ser un experto pero sí pudiendo decir que algo sé sobre el personaje. En mi biblioteca incluso tengo un ejemplar, de La hora de los pueblos (ed. Norte, 1968) de Perón con una dedicatoria autógrafa. Y todo esto que digo, sin jactancia, es para poder afirmar que el libro que nos ocupa ahora es malo. No de solemnidad, pero casi. Porque hay que ser muy torpe para que una biografía de Perón salga mal. Y Barahona es torpe. Aburrido, parcial. Voy a la página de la editorial y ahí leo que en el Quiénes Somos (con un catálogo sesgado hacia la derecha neofranquista, y con el lema de Verdad, Justicia y Libertad), se presentan así: 

Creemos en los buenos libros y para ello requerimos de personas muy especializadas en las diferentes áreas de trabajo, somos muchos los que nos esforzamos, cada uno desde nuestro puesto, por llevar a cabo una labor bien hecha de cara a los lectores y a los autores que nos confían su bien más preciado; su obra. Correctores meticulosos, maquetadores precisos, diseñadores gráficos inspirados, lectores profesionales rigurosos, impresores celosos de su labor… todos ellos al servicio del trabajo bien hecho, todos incansables.

Correctores meticulosos, dicen. Vale, me lo creo. Pero el autor, que de Historia Argentina está justito, en un momento llama Tomás a Marcelo Torcuato de Alvear, yerra reiteradamente al llamar Dujovny a Alicia Dujovne (llegando a simultanear ambas versiones del apellido en un mismo párrafo), y lo mismo hace llamando Los Olivos a la localidad que aloja a la quinta homónima presidencial. Lo que denota el diletantismo del autor, que calla mucho sobre el biografiado, y tal vez por lisonjear al prologuista lo menciona varias veces cuando lo que aporta son menudencias genealógicas que nada aportan al mejor conocimiento del personaje. Esta biografía es un desastre sin paliativos, un intento de mostrarnos un Perón de derechas y moderado y bondadoso, no un personaje que jugó con dos barajas y llevó a su país al desastre y casi a la guerra civil. Todo lo que en las biografías de Joseph A. Page (Perón. Javier Vergara, 1984) y Félix Luna (Perón y su tiempo. Sudamericana, 1984) es detalle y pulso, retrato de un país a la vez que de la voluntad de poder y de un hombre, aquí no tenemos nada de eso. Todo es atropellado, parcial. Partidista. Bobo.

No sé por qué pierdo el tiempo comentando este horror. Sólo diré que es la primera vez que elimino de mi biblioteca un libro de esta sección. Y que el contenedor azul será su destino. Huyan, huyan del polígrafo desprolijo biógrafo. Y de paso de SND Editores. Que es bastante NS, no diré más.


viernes, 17 de mayo de 2024

Lecturas: Un saco de huesos (Stephen King)

 Hay quien duda entre esta novela e It como la mejor de Stephen King. Doctores tiene la Iglesia de King, pero yo no me atrevería a darle ese honor a ninguna de las dos y prefiero creer que todavía, todavía, no he leído la que suponga ese deslumbramiento. 



He disfrutado enormemente con esta novela, como en casi todas las de King. Pero al llegar a las cincuenta finales, el libro se tuerce tras haber dado muerte a dos importantes personajes con la habitual técnica del hachazo, haciendo que amemos u odiemos a personajes considerados imprescindibles para eliminarlos como con un rayo y descubrir que pese a todo, a ese trauma del lector, la trama sigue y hasta mejora. En ello no hay quien le discuta el dominio y la pericia al de Maine. Pero aquí, como en tantos otros títulos, hay un bandazo en la resolución que deja cabizbajo al lector. Como señalaba Daniel Mendelsohn en 1998 en The New York Times:  Afortunadamente, "Un saco de huesos" es, durante largos períodos, una lectura tan buena como muchas de las viejas novelas de terror "directas", pero al final no puede decidir si quiere ser una obra seria. de ficción literaria o una superproducción de terror. El resultado es un libro que no funciona como ninguno de los dos; se siente como si la conmovedora historia de problemas humanos demasiado comunes se abandonara a mitad de camino por una historia de lo sobrenatural que al final no es tan aterradora. O al menos los demonios no lo son. Ahora que lo pienso, esa podría ser la broma final del libro a expensas del negocio editorial. ¿Qué más podemos hacer con una saga sobrenatural en la que los fantasmas son menos aterradores que los agentes?

Este reproche es atinado. El libro transcurre con un personaje central y, cómo no, escritor, Michael Noonan, que se se siente exhausto tras la muerte accidental de su esposa y que vive de enviar a su agente libros que terminó años antes. Pero ante sí tiene la melancolía de sentir que su vida amorosa y creativa ha terminado, y que su retiro en su casa de campo junto al lago Dark Score (al parecer, trasunto del lago Flagstaff de Bangor) le dará al menos distancia. Allí, conocerá a una joven madre y su muy joven hija, surgiendo el deseo y también problemas añadidos y el retorno a la escritura. Y con ello, fenómenos de poltergeist que Noonan se toma con naturalidad, con ruidos y presencias intuidas y hasta imanes de nevera que transmiten mensajes. Todo ello, inobjetable. Pero, ay, llega el final confuso, aturullado, válido como animal de compañía. Y que estropea otra novela brillante y dignísima. Pero, nuevamente ay, no para mí.