viernes, 28 de abril de 2023

Lecturas: Conocer a Perón (Juan Manuel Abal Medina)

Quien fuera hermano de uno de los fundadores de Montoneros, abatido por la policía tras haber participado en el secuestro y asesinato del ex-presidente Aramburu, y que tal vez por ser hermano de asesino fue designado por Perón secretario general del Movimiento Peronista, hace aquí un ensayo de memoria de su actividad peronista. Que sirve para lo que él mismo experimentó: conocer a Perón.



Que es un personaje que detesto, aunque tengo amigos argentinos más inteligente que yo y que son fervientes peronistas. No pretendo, ni en esto ni en nada, tener la razón, sino opinar basado en el conocimiento, lo que no es poco en este nuestro presente de opiniones osadas (hoy, mientras desayunaba junto al trabajo, oí decir a un vociferante barrendero: "Porque Francisco Pizarro se cargó a todos los mayas". Tal cual). Pero entremos en el jardín peronista. De quien mi familia argentina fue silenciosa víctima como tantos argentinos que no quisieron rendirse al populismo y su sopa boba. El caso es que Abal sorprende, primero, cuando su hermano, tras iniciar aquella guerra civil que trajo al poder a Perón y también a Videla, entre el asesinato de Aramburu y su cumplimiento de aquello del que a hierro mata, le confiesa "Matar es terrible... es tremendo". Lo que hace pensar que aquella muchachada enajenada tenía un poquito de conciencia para darse cuenta de lo que estaban, y seguirán, haciendo. También sorprende escuchar de Perón que aquel crimen era "una acción deseada por todos los peronistas" y, más aún, "un acto de profunda justicia". Y que ya regresado, Perón use a Abal para que le exija pedir perdón a Ricardo Balbín, el presidente de la Unión Cívica Radical. Ahí, en todo esto, se retrata Perón como un rencoroso pese a su capacidad para decir a unos y otros lo que querían oír y quedar siempre él como la solución. Este libro, desde el afecto sincero, muestra a ese general desnudo. Y por mucho que se intente ser objetivo y mostrar la posible bondad del caudillo de los descamisados, quien sea mínimamente antiperonista (reafirmo mi desprecio, y fascinación por Juan Domingo, mi fascinación conmovida por Eva Duarte), no habrá cambiado un ápice su opinión.

jueves, 13 de abril de 2023

Lecturas: Las cuatro después de la medianoche (Stephen King)

 ¡Ay! King se da un batacazo, dos batacazos, a lo tonto. Aquí tenemos dos novelas cortas suyas, lo que viene a decir dos novelas de extensión normal en cualquier otro autor pero que King las ve lo suficientemente breves como para unirlas en un volumen. Las dos, El policía de la biblioteca y El perro de la Polaroid reúnen todas las virtudes de King (el entorno cotidiano y reconocible, personajes bien definidos, una desconcertante facilidad para hacer encajar lo extraordinario en lo ordinario, la agilidad narrativa; en definitiva, todo lo que nos subyuga en King) y su peor defecto en estos años de transición entre las décadas de los 80 y 90: una incapacidad para rematar las historias sin caer en la confusión o en lo simplemente mecánico: es muy distinto narrar diciendo, por ejemplo, "corrió a casa, saltó sobre la valla y se golpeó con la puerta" que "sentía que las rodillas se levantaban en el aire con una sensación de dolor y extenuación, alternativamente, como si intentaran dejar el cuerpo entero en el aire, sintiendo cómo los músculos se tensaban y destensaban, haciendo de cada zancada un martirio que crecía a la vez que aumentaba el tamaño de la casa que también parecía acercarse, rodeada de una valla, tal vez una cerca en la luz incierta de la tarde, que le aguardaba como una presencia hostil" Dejo aquí la fatigosa narración, de esa acción simple, redactada por mí tanto en su versión breve como en el inicio de la larga, para señalar cómo King se enreda, nos describe cada movimiento, cada sensación, para encubrir un final decepcionante y torpe. Ambas novelas brevilargas son estupendas. Sus finales son de pena. Como sucedió con Los Tommynockers, tan reciente y ya reseñada. Y el final de El perro de la Polaroid siendo más convincente (aunque rechinantemente resuelto, con esa prosa fatigosa y torpe), es previsible. Como si la imaginación portentosa se hubiera convertido en la de cualquiera de nosotros. Sólo queda esperar que sus siguientes títulos nos traigan de vuelta al King anterior al alcohol, las drogas y, sí, el colutorio. Tiempo al tiempo.



domingo, 2 de abril de 2023

Lecturas: Madre Patria. Desmontando la leyenda negra desde Bartolomé de las Casas hasta el separatismo catalán (Marcelo Gullo Osmodeo)

 Con unas palabras elogiosas de María Elvira Roca Barea en la faja (y en la contracubierta), y un prólogo anodino de Alfonso Guerra, uno compra el libro con la convicción de que el discurso será, chispa más, chispa menos, el de Elvira. Y no se equivoca, pero a la vez se encuentras de que no se trata tanto de una apología de España (que siempre, por necesaria y casi urgente, es bienvenida) y una refutación de las paparruchas tradicionales, como de un ensayo político que lleva a una conclusión y una propuesta con la que estoy de acuerdo. Mientras tanto, Gullo, con algunas repeticiones en sus primeras cien páginas que se hubieran evitado con un mejor trabajo de edición y una redacción menos apresurada, se despacha a gusto con el padre Las Casas, defiende la corona española con su legislación a favor de los indígenas, recalca que la conquista la hicieron básicamente los indios levantados contra la tiranía azteca e inca y que la independencia la hicieron los españoles, se permite un feroz ataque contra Tulio Halperin Donghi con una nota en el que lo llama falsificador de la historia argentina y cómplice de las diversas dictaduras, ofrece datos apabullantes como la nómina de hospitales que España construyó en América, así como Universidades, que fundamentan que en América hubo Imperio (es decir, la replicación de la metrópoli en Ultramar, con instituciones, derechos y obligaciones idénticas a las de los nacidos en la península) y no imperialismo (lo que Inglaterra practicó: sin mestizaje alguno y con expolio de recursos naturales para devolverlos, manufacturados y con precios abusivos, a los lugares de producción de la materia prima). Sin obviar, una vez conseguida la mayor parte de la emancipación americana, la propuesta de San Martín y Bolívar en una reunión en 1820 en Perú entre el virrey La Serna y San Martín, usando representantes, cuando se propuso una confederación hispano-americana entre las republiquitas americanas y la corona española, con capital en Madrid, que fue rechazada por la miopía fatal de Fernando VII. 

Todo esto lleva a que Gullo (quien haga una pesquisa en internet lo encontrará como peronista hace unos años, sin que las páginas que aquí dedica a Perón y Evita sean desapasionadas) proponga que ante la evolución demográfica de España, negativa y tendente a la creciente presencia de extranjeros aportando su sangre, cultura y trabajo a España, se priorice e incentive la llegada de hispanoamericanos frente a otras culturas. Sólo así, con estos nuevos españoles de habla hispana y con religión cristiana y los valores compartidos, evitarían, por ejemplo, una España islámica. Razón tiene Gullo, lo que hace que este libro sea una pieza importante en el debate político que nos aguarda. Y en cuanto a la leyenda negra propiciada por los separatistas catalanes señalada ya en el subtítulo del libro, Gullo no ahonda mucho. Aunque tampoco hace falta.