Es el típico libro que uno ve en los puestos de prensa en los aeropuertos. La cubierta con el perro y encima un gato y encima una cobaya y en lo alto una hormiga. Un título simple, directo. Una tentación cuando lo encuentras a tres euros en una librería de segunda mano. Una constatación, la de que se trata de un pasatiempo ligero, un producto para pasar el rato entre vuelos. Poco más. Nada más.