sábado, 16 de septiembre de 2017
Si tú me dices sí (comparaciones odiosas)
...pero es lo que hay, plebiscitos y referendos, en dictaduras y en nombre de la democracia. En la España de Franco en 1947 y 1966, en el Chile de Pinochet, en la Turquía de Erdogan, en la Cataluña inconstitucional y totalitaria de 2017. Ah, y en la Alemania de Hitler y la Italia de Mussolini.
domingo, 10 de septiembre de 2017
Indepre
En el día no sé cuántos (puede que el segundo o el tercero, según se cuente) de la revuelta catalana (uso ese término por no recurrir al más apropiado, golpe de estado, por no herir la delicadísima, casi evanescente, sensibilidad de ciertos lectores, algunos incluso en mi propia familia, que militan en el comunismo o en el infantilista separatismo, cuando no en ambos a la vez), me quito los guantes de seda, la mordaza de la comodidad, y opino sobre lo que está pasando en un trozo de españa. Escribo también para que algunos de mis amigos en México, Perú, Argentina y Chile, lectores de este blog, tengan algunas claves para entender esta locura.
¿Qué pasa en Cataluña? Simplemente, que un grupo de políticos, aduciendo agravios con el resto de España, y añadiendo derechos históricos, quieren separarse del resto del país. ¿Existen derechos históricos? Absoluta y rotundamente, no. Ninguno. Cataluña nunca fue un país. A lo más, fue un puñado de condados y finalmente un principado dentro del reino de Aragón. En 1714, dentro de una guerra civil que afectó a casi toda España (la guerra de Sucesión), la región catalana apoyó al pretendiente, de la casa de Austria, que perdió en aquel conflicto. El vencedor, con el que arranca la dinastía de los Borbón en España, Felipe V, suprimió beneficios fiscales y judiciales que venían desde la Edad Media. Ese momento exacto es el que los independentistas señalan como el del comienzo de la opresión española, como aquel en que Cataluña dejó de ser independiente. Una falsedad absoluta. Antes de esa guerra reinaba en toda España (y su imperio) Carlos II, y antes Felipe IV, y antes Felipe III, y antes Felipe II, y antes Carlos I, y antes Fernando V de Aragón convertido en rey de España merced a su matrimonio con Isabel I de Castilla. Es decir, los Reyes Católicos con los que arranca la andadura de España como nación unificada. Una historia en la que antes de ese matrimonio nunca existió un reino de Cataluña. Así de simple. Dentro de la historia de España hubo un momento, en 1641, en que Cataluña se desgajó del resto del país durante once años, en el siglo XVII, para unirse a Francia. El aplastante centralismo francés ayudó para que volvieran a unirse al reino de España. En 1931, un político catalán, Francesc Macià, proclamó la independencia de la región a la vez que se proclamaba la II República en todo el país. Aquella declaración retórica quedó en nada, pero sirvió para que en 1932 se aprobara la institución de la Generalidad (en catalán, Generalitat) de Cataluña, un gobierno autónomo regido por un Estatuto de Autonomía acorde con la Constitución Española (en ese momento la republicana de 1931). En 1934 se produjo la ruptura más grave. Que tiene su origen un año antes, en 1933, cuando unas elecciones generales dieron la presidencia del gobierno de la República a una coalición de partidos de la derecha. Cuando en octubre de 1934 se incorporaron al gobierno dos ministros de la CEDA (el partido mayoritario dentro de esa coalición pero a la vez el más derechista de ellos), se produjo una insurrección de la izquierda en diversos puntos del país. Principalmente en Asturias y en Barcelona. En Asturias se aplastó esa insurrección a sangre y fuego. Con abusos por ambos bandos.
En Barcelona, el 7 de noviembre de 1934, el presidente de la Generalidad, Lluis Companys, proclamó la independencia de la República de Catalunya dentro del marco de la República Federal Española. El gobierno republicano proclamó el estado de guerra. Hubo combates en las calles con un centenart de muertes. Al cabo de once horas, Companys se rindió y fue encarcelado junto a todo su gobierno. En febrero de 1936, al ganar un frente de izquierdas las elecciones generales, Companys y los demás deternidos por la insurrección de 1934, fue liberado. En julio de 1934, al estallar la guerra civil, Companys se puso en manos de milicias irregulares anarquistas y comunistas. En 1940, entregado a Franco por los nazis en la Francia ocupada, fue fusilado. He contado con cierto detalle las andanzas de Companys porque es un modelo indudable para el presidente Carles Puigdemont, arropado por el partido Esquerra [Esquerra es Izquierda en Catalán] Republicana de Catalunya y los antisistema de la Candidatura de Unidad Popular (CUP).
Noviembre de 1934:
manifestación (falangista)
contra la intentona de Companys
Tras la guerra civil, la Generalidad es suprimida para ser reinstaurada con la llegada de la democracia y la Constitución Española de 1978. Durante el franquismo, el uso del catalán fue prohibido radicalmente para ser recuperado paulatinamente. El 3 de junio de 1944 el diario La Vanguardia [titulado entonces La Vanguardia Española por motivos políticos] anuncia la representación de tres obras en catalán en el Palacio de la Música: La nena donada al blau, El ram de primavera y La Filoseta. Ya en 1953 se empiezan a otorgar los premios Mercé Rodoreda de cuentos y narraciones en catalán (lo ganó entonces Jordi Sarsanedas por Mites), y en 1956 el Premi Lletra d'Or (lo ganó Salvador Espriu por Final del laberint). El 27 de octubre de 1964, TVE, Televisión Española, fundada 8 años antes, emite su primer programa, Teatre en Catalá. Son datos incómodos para quienes, profundizando en el agravio, insisten en la total persecución franquista del idioma catalán (aquí, más datos).
Así las cosas (disculpadme si me he sido demasiado extenso o en exceso conciso en el apartado histórico), nos encontramos con que mañana es 11 de Septiermbre, Diada Nacional de Catalunya, la fecha en que, en 1714, Barcelona se rindió a los borbónicos. Es decir, el inicio de esa presunta opresión, ocupación, española. Se esperan disturbios, con un gobierno de la Generalitat que ha visto cómo las dos leyes que aprobó hace unos días han sido anuladas por ilegales. La primera de ellas es la convocatoria de un referéndum de autodeterminación. Los motivos de su prohibición es que según la Constitución Española de 1978 (aprobada en Cataluña por un porcentaje de electores superior al de la media nacional), la potestad de convocar referendos corresponde al gobierno de la nación, no al de una región, además que según la constitución, la soberanía reside en el pueblo español, por lo que sólo una parte no puede decidir por el resto y sin el resto. Además, la nación española es indivisible. Título preliminar de la Constitución: La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas. Por si faltara algo, el derecho a la autodeterminación, según Naciones Unidas y al que se acoge el gobierno catalán, pertenece a las regiones que han sido colonias o cuya población se encuentre sometida y perseguida por un estado. La otra ley, también anulada, proclama que Cataluña es una república independiente. Con una división de poderes insuficiente y que la sitúa en el ámbito de los regímenes totalitarios. Y expropiando todo lo que pertenece al Estado. Puro expolio.
En resumidas cuentas: nos encontramos ante un golpe de estado organizado por el gobierno catalán y sus cómplices contra la mitad de Cataluña y apoyándose en el apoyo de la otra mitad, adoctrinada durante décadas. Ante este desafío, sólo cabe la aplicación firme de la ley.
Soy español. Pero reconozco las asperezas de mi patria. Somos individualistas, arrogantes, a veces crueles (especialmente con los animales), poco cultivados (la mayoría), impulsivos, poco reflexivos. El gobierno de España no ha estado brillante. Entre los agravios que señalan los indepes, está que Cataluña recibe en inversiones menos de lo que aporta a las cuentas de la nación. Lo mismo le pasa a Madrid (y Madrid no opta por la independencia). O lo mismo que le pasa a Málaga, mi ciudad, en el ámbito regional. Hay algo que se llama solidaridad. Que el que tenga más ayude al que menos tiene. Eso sucede en todos los países, en todas las regiones.
El 4 de agosto de 2017, un mes antes de que en parlamento catalán se dieran los primeros pasos delictivos, un lector de El Periódico de Catalunya (www.elperiodico.com), Enrique Llaudet publicó una carta, titulada Los otros catalanes que es un vibrante llamamiento a la unidad y a no dejarse arrastrar por los terribles cantos de las sirenas indepes. En este momento delicado, muchos se emocionan jugando a la revolución. Hay mucho postureo para jugar a libertadores de una tierra que es libre desde hace décadas. Desde hace siglos. Remito al lector a pinchar el enlace del texto completo de Llaudet, emocionante y atinado pero que, ay, de nada servirá: Vamos a demostrar a quienes lideran el 'procés' que en el mundo somos catalanes y españoles. Vamos a demostrarles que no nos hemos creído la vil mentira de que "Espanya ens roba" cuando los únicos que nos han estado robando son ellos: nuestros recursos, nuestro dinero, nuestro orgullo y nuestra dignidad, intentando vanamente hacernos sentir inferiores y de segunda. Vamos a decirle a ellos y al mundo que ya basta de muestras de odio, intransigencias y amenazas de sanciones para quien no colabora o piensa como ellos. Vamos a frenar esta aventura que solo nos ha traído y traerá más pobreza económica e intelectual y más crisis a pesar de que nos prometen el paraíso. (Aquí, el texto que a todo nos debería unir)
En fin, que esta tormenta que pone en peligro la supervivencia misma de España (detrás, con la caña de pescar a orillas de este río turbulento hay ciertos grupos de extrema-izquierda esperando sacar provecho), exige no caer en las mentiras aireadas por los separatistas. Hay que mantener la esperanza en que todo se resuelva y los indepentistas, los indepes, se conviertan en indepres ante el naufragio y la derrota de sus golpe de estado. Mi esposa es catalana. Catalanes son algunos de mis amigos y casi toda mi familia política. Me afecta todo esto (en este blog, hay otras diez entradas dedicadas a cuestiones catalanas) porque además afecta a mi país. Que no es Andalucía (sería una necedad sentirme andaluz y no español). Es España. Patria común e individible de todos los españoles.